Se que será difícil de creer para los fans originales de la saga, pero muchos chavales de los noventa crecimos descubriendo Star Wars a través de las dos trilogías al mismo tiempo (tanto la original como las precuelas). Yo nunca las vi como pertenecientes a universos distintos, sino como diferentes partes de un gran puzzle que nos mostraba la caída de un hombre a la maldad y su posterior redención. Este mito moderno que ha alimentado la fantasía de miles de niños (y no tan niños) alrededor del mundo no tenía para mi una separación, sino que formaba un perfecto continuo, salvo por el inevitable salto tecnológico, entre las diferentes películas.

Una vez hube crecido y mi gusto cinéfilo expandido, cometí el grave error de seguir la opinión políticamente correcta de pensar que las precuelas no habían sido dignas del universo al que pertenecía; pero después de ver como tanto crítica y público alababan hasta el hastío el Episodio VII de J.J. Abrams (un film que a mi parecer representaba la completa falta de imaginación del Hollywood actual en su escasez de nuevas ideas) empecé a dudar de que realmente su demonización estuviese justificada.

Así tras ver por primer a vez este episodio II desde mi tierna infancia he de decir que no he salido tan decepcionado como esperaba. Por supuesto los errores que todos los fans se han encargado de criticar hasta la extenuación están ahí. El más problemático es sin duda la falta de conexión emocional y romántica (esa chispa como se suele decir) entre Christensen y Portman. He de decir que él no es tan mal actor como se le ha reprochado, el problema es que no es muy polivalente y solo en las escenas en las que tiene que mostrar un odio muy explícito consigue demostrar su talento. Sin embargo fracasó junto a su compañera de reparto en recrear una relación creíble entre ambos (aunque tampoco es que ayuden mucho los cursis diálogos escritos por el señor Lucas). Este es a mi parecer no solo el fallo más grave de la película sino de todas las precuelas, ya que en este enamoramiento está el origen de todas las alegrías y desgracias posteriores de la saga, y se siente increíblemente falso.

Sin embargo la película nos ofrece otros aspectos muy positivos que desgraciadamente suelen ser olvidados. La historia detectivesca de Obi-Wan, en los planetas de Kamino y Geonosis, está perfectamente narrada y añade un genial punto de intriga a la historia. Ewan Mcgregor vuelve a clavar su papel interpretando a un jedi algo más arrogante y seguro de sí mismo que en el episodio anterior. Por otro lado la pérdida de la madre de Anakin se siente increíblemente real y trágica, revelándose como el verdadero primer paso de nuestro protagonista en su amarga caída hacia el lado oscuro. Esta visión de Lucas, de presentar su declive a través no de extrañas seducciones malignas sino de sus propias emociones y su incapacidad de controlarlas, me parece una acierto completo.

En cuanto al apartado técnico y artístico, el diseño de mundos sigue siendo excelente (en mi opinión Kamino es uno de los planetas más intrigantes de toda la saga y Geonosis no se queda corto). El modelado de Yoda en 3D nos permite por primera vez ver sutiles expresiones emocionales y empatizar más con él, aunque siempre habrá puristas que prefieran una marioneta por motivos más nostálgicos que cinematográficos. El apartado de sonido cumple de sobra y nos regala algunos efectos increíbles como las cargas sísmicas de Jango Fett. Por último el maestro Williams se saca de la manga uno de los temas más inspirados de toda la saga: Across the Stars (una pena que la pareja Anakin-Padme no estuviese a la altura de su propio tema musical)

En conclusión Ataque de los Clones es una película más que disfrutable y, aún contando con importantes fallos en el guión y actuaciones, expande de manera notable la saga de ciencia ficción más importante de todos los tiempos, lo cual no es tarea fácil.