'Los sacerdotes no hablan portugués, ¡los sacerdotes no hablan portugués! ¡Y los japoneses tampoco!'. Era mi único "pero" ante el tráiler que veía una y otra vez que iba a cine. Y bueno... Llegó el día de vérmela poco antes de que la quitaran de la cartelera (eso supone uno con estas películas en Colombia, que solo duran la semana obligatoria que las exhiben en UNA SOLA sala), y no pude haber gastado de manera más provechosa un poco más de dos horas y media que dura la última producción hecha para la pantalla grande por Scorsese (y cuando digo LA ÚLTIMA es literal, porque nuevamente 'Marty' se estrelló en la taquilla pero es que ya es comprensible que a su edad es casi imposible aguantar un golpe de estos). Cuando tú asumes que el cine es una experiencia espiritual que va más allá de la posibilidad de comerte unos caramelos como ganado para engorde en frente de unas imágenes móviles y esa experiencia espiritual te confronta con, ¡vaya maravilla!, las cuestiones espirituales más profundas de nuestras vidas, no puedes más que sentirse bendecido o hasta tal vez más triste pero un poco más sabio por recibir el mensaje de una creación cinematográfica. No puedo decirte que vayas o no vayas a verla, pero arriesgándome a ser atrevido con esta suposición, si gustas y entiendes del silencio más como una mera ausencia de sonido, es muy difícil que no te mueva.