Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Naroa Lopetegi:
9
Romance. Drama Una mujer con una hija de ocho años vive con su padre, que padece una enfermedad neurodegenerativa. Mientras lucha por conseguir un hogar de ancianos decente, se encuentra con un amigo con el que inicia una aventura... aunque éste se encuentre en una relación.
7 de abril de 2023
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Sandra, una joven viuda parisina, afronta la desgarradora experiencia de ver cómo su padre se va consumiendo víctima de una enfermedad neurodegenerativa. Al mismo tiempo, se reencuenta con un viejo amigo, que pronto se convierte en algo más, pese a estar casado. ¿Será esta relación un bálsamo para Sandra en un momento tan difícil, o contribuirá a incrementar la tristeza perenne que refleja su rostro?

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Desde que me agasajó con ‘El porvenir’, Mia Hansen-Love es un must para mí, así que no habría más que hablar. Pero si encima la actriz protagonista es Lea Seydoux, estamos ante uno de esos casos en que se juntan el hambre con las ganas de comer.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Ninguna de las películas de Hansen-Love que he ido viendo después de conocerla con ‘El porvenir’ habían provocado que la expulsara de mi olimpo de cineastas imprescindibles. Pero ni ‘Un amor de jeunesse’, ni ‘Todo está perdonado’, ni ‘La isla de Bergman’ habían alcanzado el grado superlativo de la cinta protagonizada en 2016 por Isabelle Huppert. Con ‘Una bonita mañana’, la directora francesa sí vuelve a alcanzar su máximo nivel, ya que aunque me hace sufrir mucho, y aplana mi alma por momentos, exhibe una sensibilidad admirable, y me llega a lo profundo. Cine de hondura.

Como queda claro en la sinopsis, la película no es la alegría de la huerta, ni estamos ante un relato de sucesos extraordinarios. Todo lo contrario, Hansen-Love nos cuenta la vida, una vida concreta, con sus vicisitudes, sus valles y sus picos, pero una vida plausible, jalonada por situaciones a las que quienes observamos la pantalla nos hemos enfrentado, o nos terminaremos enfrentando. Siendo el guión uno de los puntos fuertes de la película, no es lo que, a mi juicio, marca la diferencia. Una gran cantidad de directores habrían convertido ese texto en propuestas indigestas, algunos por lacrimógenas, otros por aburridas, muchos por morbosas. Mia demuestra que tiene una mano cinematográfica prodigiosa, y combina con infinita sapiencia los ingredientes de que dispone, para regalarnos un manjar exquisito. No disfrutón, ni mucho menos, pero de un sabor excelso.

A lo largo de las casi dos horas de entregada atención a las imágenes, me voy quedando cada poco rato con un elemento concreto, una especie de highlight cuya sucesión va componiendo este fresco cinéfilo. Más que un intento de análisis lineal, persiguiendo el flujo argumental, me apetece peroratar sobre la película estructurándome en base a esos inputs:

– Libros. La casa del padre de Sandra (extraordinario trabajo el de Pascal Greggory) es más una biblioteca que una vivienda, honrando la trayectoria vital de este profesor de filosofía jubilado. Ante el inminente ingreso del enfermo en una residencia, ¿qué hacer con tan vasta colección literaria? El respeto reverencial que el guión siente por ese tesoro me conmueve, me gana para la causa desde el principio. Y me emociono profundamente cuando Sandra le explica a su hija que siente mucho más próximo a su padre en esos libros que en el propio hombre extraviado que está en la residencia: ‘Allí está su corteza corporal, pero su alma está en estos libros’, lo verbaliza. Y la cámara nos muestra sublimes primeros planos de las plagadas estanterías. Y yo vibro.

– Un beso y un abrazo. Sandra y Clement dan distintos tumbos a lo largo de la narración, todos muy coherentes desde mi punto de vista poco (o nada) objetivo. La habilidad narrativa de la directora-guionista brilla especialmente en dos secuencias concretas de ese hilo argumental. Para empezar, en el primer beso que comparte la pareja, casi furtivo en el lugar de trabajo de él (“¿suelen empotrarte a menudo contra la pared?”); es un encuentro que colma no solo los anhelos de ambas bocas, sino los de quienes asistimos a la escena con expresión bobalicona. También me resulta muy significativo el abrazo, casto pero de poderoso sentimiento, en que se funden tras un par de semanas de vacaciones, cada cual por su lado, echándose de menos. Nos queda claro en ese emocionado reencuentro que algo poderoso y profundo, mucho más allá de lo carnal, une a la pareja. Pese a los obstáculos que van a tener que intentar saltar.

– Serena amargura. Me impactó profundamente su incendiaria actuación en ‘Malditos bastardos’, y me ha seguido conquistando en todas sus apariciones desde entonces, ya sea en producciones mainstream como chica Bond o integrante de misiones imposibles, ya sea como iniciadora en el mundo del placer lésbico en ‘La vida de Adele’… Lea Seydoux me parece una de esas mujeres que llenan la pantalla, así que en manos de una prodigiosa directora de actores y actrices como Hansen-Love no podía sino ofrecernos una master-class. Más allá de su belleza, despojada de todo artificio, lo que más me subyuga de este papel de la intérprete francesa es su capacidad para transmitir exactamente lo que pide su personaje: una amargura profunda, insondable, pero al mismo tiempo serena y controlada. La tristeza que, inexorablemente, acompañaría a alguien que transita por el momento vital que le toca atravesar a Sandra. Incluso aunque, paralelamente, vea la luz en otros aspectos de su vida.

– Dramatismo sin artificios. En muchos momentos, ver ‘Una bonita mañana’ es todo un trago, que provoca un gordiano nudo en el estómago. Pero, ¿qué nos lleva a ese estado de agitación? La pura vida. Un realismo argumental desprovisto de todo artificio, carente de trampas multiplicadoras de la emoción. Por supuesto que asistir a la enfermedad de un ser querido nos lleva a una posición extrema, y el guión no ahorra detalles al respecto. Pero en ningún momento es obsceno, siempre guarda las distancias que exige el decoro, y no por eso pierde virulencia dramática. Igualmente, las cuitas sentimentales de Sandra y Clement se narran sin maniqueísmo, sin juicios de valor, sin escenitas. Que con tan contenidas maneras la trama sea capaz de revolvernos tanto como nos revuelve habla del talento de la autora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naroa Lopetegi
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow