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Voto de LennyNero:
8
8,0
8.324
Drama
Edmund, un niño de doce años, intenta sobrevivir a las duras condiciones de la postguerra alemana, especialmente en Berlín, una ciudad que ha quedado completamente derruida tras la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un paseo por las ruinas devastadas de Berlín mientras una voz en off comenta los propósitos y naturaleza de la película constituyen toda una declaración de intenciones del director. Por un lado tratar de mostrar de la forma más objetiva, o si se quiere naturalista, una situación concreta, y por otro una forma de expiación ideológica tendente a la no criminalización del pueblo alemán.
Aunque este tipo de película supone un impacto cinematográfico de alto calibre, no sólo por su proximidad temporal al trauma de la segunda guerra mundial sino por su modelo confrontado al del Hollywood clásico, no deja de ser una recuperación de una tradición que entronca directamente con los films de Flaherty. Tratar de retratar una realidad de forma casi documental, con un elenco no profesional que permita una mayor empatía e identificación entre la audiencia y los personajes e historias mostrados.
Sin embargo no se puede obviar que a pesar de todo intento de cierta frialdad en lo narrativo siempre se desliza un componente claramente ideológico, y Rossellini no es la excepción. En este caso la crítica al régimen nazi y sus consecuencias es evidente, pero no sólo conformándose con ello hay una muestra clara de cine de propaganda, en este caso pro comunista.
Tomando el concepto de la volkgemeinshaft (comunidad del pueblo) nazi, se nos sitúa en una casa donde, a través de un retrato exhaustivo y minimalista de sus vicisitudes, asistimos a la atomización de sus habitantes. Una crítica que funciona en dos vías, por un lado el fracaso del comunitarismo nazi, y por otro el fracaso del individualismo como respuesta a ello. Una clara andanada al modelo de democracia liberal que estaba pugnando por imponerse en Alemania. Es aquí donde Rossellini obvia su retrato objetivo y selecciona a sus personajes dotándolos de características positivas o negativos en función de su ideología, por ello resulta un tanto maniqueo la dualidad que conforman los arquetipos más nazificados, impregnados de características negativas tanto en palabras como incluso en aspecto físico, frente a la inocencia y desolación de sus protagonistas positivos. (sigue en spoiler)
Aunque este tipo de película supone un impacto cinematográfico de alto calibre, no sólo por su proximidad temporal al trauma de la segunda guerra mundial sino por su modelo confrontado al del Hollywood clásico, no deja de ser una recuperación de una tradición que entronca directamente con los films de Flaherty. Tratar de retratar una realidad de forma casi documental, con un elenco no profesional que permita una mayor empatía e identificación entre la audiencia y los personajes e historias mostrados.
Sin embargo no se puede obviar que a pesar de todo intento de cierta frialdad en lo narrativo siempre se desliza un componente claramente ideológico, y Rossellini no es la excepción. En este caso la crítica al régimen nazi y sus consecuencias es evidente, pero no sólo conformándose con ello hay una muestra clara de cine de propaganda, en este caso pro comunista.
Tomando el concepto de la volkgemeinshaft (comunidad del pueblo) nazi, se nos sitúa en una casa donde, a través de un retrato exhaustivo y minimalista de sus vicisitudes, asistimos a la atomización de sus habitantes. Una crítica que funciona en dos vías, por un lado el fracaso del comunitarismo nazi, y por otro el fracaso del individualismo como respuesta a ello. Una clara andanada al modelo de democracia liberal que estaba pugnando por imponerse en Alemania. Es aquí donde Rossellini obvia su retrato objetivo y selecciona a sus personajes dotándolos de características positivas o negativos en función de su ideología, por ello resulta un tanto maniqueo la dualidad que conforman los arquetipos más nazificados, impregnados de características negativas tanto en palabras como incluso en aspecto físico, frente a la inocencia y desolación de sus protagonistas positivos. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cinematográficamente asistimos a un manual de estilo prácticamente documental, sin grandes recursos formales, limitándose a una narración tradicional de corte clásico. Sin embargo llama la atención la naturalidad con la que la cámara se mueve, entroncando con la teoría de la cámara invisible, ofreciendo el punto de vista más cómodo para el espectador. Un ejemplo claro de ello es como se coordinan los personajes en espacios reducidos, renunciando al abigarramiento expresionista y dando una sensación continua de fluidez y naturalidad en los movimientos y en los espacios. Sólo en el desenlace se produce un cambio consistente en un mayor interés por profundizar en el estado anímico de su protagonista persiguiéndolo continuamente en sus acciones y con una mayor profusión de primeros planos destinados a captar su atormentado y decadente estado de ánimo. No en vano es en este tramo final donde las imágenes cobran más fuerza en detrimento de los diálogos, casi ausentes por completo.
Es en este momento donde se pasa de la objetividad a la alegoría y donde el cineasta italiano muestra su mayor crueldad sumergiendo a Edmund, su protagonista, en una espiral descendente de horror. Rossellini se convierte pues en una especie de demiurgo vengativo e inmisericorde que traza un plan destinado a que comprendamos todo la dimensión del horror de posguerra. Un desenlace que funciona como metáfora perfecta del hundimiento de todo un sistema de valores.
Si retomamos los objetivos planteados al principio del film no es seguro que sean conseguidos ya que ni la objetividad está totalmente presente ni la culpabilidad alemana queda absuelta, pero ello no es óbice para reconocer que el fresco histórico mostrado resulta aleccionador. Puede que la voz en off no lo explicitara, pero si alguien quiere conocer los horrores de una guerra no tiene más que visionar esta película para comprender hasta donde puede llegar la destrucción provocada por el ser humano.
Es en este momento donde se pasa de la objetividad a la alegoría y donde el cineasta italiano muestra su mayor crueldad sumergiendo a Edmund, su protagonista, en una espiral descendente de horror. Rossellini se convierte pues en una especie de demiurgo vengativo e inmisericorde que traza un plan destinado a que comprendamos todo la dimensión del horror de posguerra. Un desenlace que funciona como metáfora perfecta del hundimiento de todo un sistema de valores.
Si retomamos los objetivos planteados al principio del film no es seguro que sean conseguidos ya que ni la objetividad está totalmente presente ni la culpabilidad alemana queda absuelta, pero ello no es óbice para reconocer que el fresco histórico mostrado resulta aleccionador. Puede que la voz en off no lo explicitara, pero si alguien quiere conocer los horrores de una guerra no tiene más que visionar esta película para comprender hasta donde puede llegar la destrucción provocada por el ser humano.