Hay que agradecer que, de vez en cuando, se presenten productos bienintencionados como este. También es de agradecer el esfuerzo de presentar un biopic mostrando cierta originalidad en su estructura.

Dicho esto, hay que ser realista. Las buenas intenciones son solo eso, intenciones. Porque el resultado final no puede ser más descorazonador. kevin Spacey se dedica desgranar una hagiografía del que, suponemos, es su gran ídolo. Bobby Darin fue uno de tantos cantantes que casi consiguen la gloria pero se quedaron a las puertas. Significa eso que no merece que alguien se preocupe de su vida? No, pero tampoco hace falta elevarlo a los altares, resaltando las muchas dificultades que tuvo en su vida, su capacidad para saltar obstaculos con una sonrisa y pasando de puntillas por el lado más oscuro de su caracter y circunstancias.

Convertido en un Juan Palomo cinematográfico, Kevin Spacey se convierte en el amo absoluto de la función. Si como actor está simplemente correctito, su trabajo en la dirección deja mucho que desear. Aunque demuestra cierta pericia en rodar las escenas musicales, deja que la película se le reblandezca en exceso, adoptando un tono casi Disney y alargandola en exceso, lastrada por interminables actuaciones musicales que a veces parecen más una retransmisión de un concierto que una película.

La sensación que uno tiene es que en realidad Kevin Spacey sufrió un experiencia extrasensorial. Da la sensación que Bobby Darin estuvo juanto a él durante todo el rodaje, susurrandole a la oreja lo que se debía rodar, y Kevin, encima, encantado.

Lo mejor: No se puede evitar sentir simpatía por Bobby Darin
Lo peor: Demasiado blandengue