Podrá gustar más o menos, pero en lo que todo el mundo debería estar de acuerdo es que Michael Moore abrió la caja de los truenos, rescatando al género documental de los rincones polvorientos de las filmotecas y remodelándolo para que llegara cada vez más a un público más amplio. Como era de esperar legiones de imitadores salieron en tropel, algunos con más acierto que otros, intentando conseguir el éxito mediante la crítica social teñida de cierto humor negro.

El documental de Spurlock se inscribe dentro de lo que se podría denominar buena imitación. Hay que reconocerle que domina perfectamente el material con el que trabaja, sabiendo combinar certeramente los momentos de humor con la acidez crítica.

Hay más que una simple denuncia del mundo de los fast food, tambien está la clásica denuncia contra los lobbies, contra el gobierno que permite que se atente contra la salud sin tomar medidas al respecto y como no, no podían faltar las típicas entrevistas a pie de calle para demostrar cuán inculto y manipulado está el pueblo americano. Todo ello es muy edificante, sí, pero el experimento empieza a ser tan cargante como la dieta McDonalds en el tercer día, y todo porque este plato da la sensación que ya nos lo hemos comido varias veces en muy poco tiempo.

Capítulo aparte merece analizar lo tramposo que resulta el experimento. Es indudable que evidentemente comer siempre en fast foods resulta dañino para la salud, ero tambien es evidente que hacerlo 3 veces durante 30 días resultaría perjudicial incluso si en lugar de Big Mac se comiera sólo lechuga. Quizás hubiera sido un experimento más realista si se hubiera ajustado a comer lo que el americano medio, es decir 3 o 4 veces por semana. Claro está que a veces la realidad está reñida con el espectáculo y por tanto el resultado no hubiera sido tan espectacular ni hubiera tenido tanta resonancia.

A pesar de ello "Super size me" no deja de ser un producto recomendable para pasar un buen rato y tomar algo de conciencia en cuanto a hábitos de alimentación. Ahora bien si lo que pretendía era derribar a un imperio de la alimentación, pues siento comunicar que no ha provocado ni siquiera un temblor en los cimientos.

Lo mejor: La radicalidad de la propuesta.
Lo peor: Que confunda radical con tramposa.