Seré franco: si no fuera por el montaje distópico que se montó Hill esta película no fuera de culto ni en la Polinesía. El argumento no tiene ninguna lógica, y los personajes están bastante estereotipados: el súper malo (un gran Dafoe), el protagonista guaperas (Paré), la amiga asexual, el gilipollas que toca los huevos toda la cinta y la buenona (la bellísima Diane Lane). Película que, por cierto, marcó el debut de nombres que tres décadas después tuvieron peso en el Hollywood más comercial.

En cuando al desarrollo, las escenas de acción están regulares y el final es muy propio de la época. En efecto, que lo mejor de la película es, eso: retrata a la perfección una época, con su música, sus personajes y su narrativa.