¿Cómo es posible que, después de ver un documental durante 90 minutos, tengas la misma idea de lo que te cuentan que al principio? Pues eso pasa aquí. Nos vamos a una especie de comuna donde un grupo de gente excéntrica se afeita la cabeza, entrenan hasta la extenuación, rezan a Dios y de vez en cuando se marcan una rave. ¿Por qué? Vete tú a saber ¿Con qué fin? A la directora no le parece trascendente. ¿Están chalados o han escapado de nuestra podrida sociedad? Dirímelo tú mismo en base a ningún dato o testimonio.

Eso sí, el blanco y negro es fabuloso, con su viñeteado y ese grano tan auténtico. Pero para observarlo sobran 15 minutos de película. O a lo mejor no he entendido nada.