Esta película se rodó el mismo año que “El hombre que sabía demasiado” y cuando Hitchcock ya había rodado “La soga”, “La ventana indiscreta” o “Crimen perfecto”, por ejemplo. Hay un cierto sabor a Hichtcock en esta obra de intriga de Hathaway (incluida Vera Miles, que cuatro años más tarde formaría parte del reparto de “Psicosis”), pero a cierta distancia, a más de 23 pasos desde luego.

Phillip Hanon (Van Johnson) se ha quedado ciego. Hombre de cierta posición (es un dramaturgo de éxito) vive con un mayordomo/secretario que le ayuda. Años atrás hizo que su novia le dejara porque no quiere ser una carga para nadie. Aunque no es un borracho, de vez en cuando bebe y, precisamente en un bar, escucha una conversación sospechosa porque podrían haber estado hablando de cometer un acto criminal. A partir de ahí se inicia la intriga y la película logra mantenerte en vilo deseando saber qué sucederá después de cada escena, así que el suspense está bien llevado (a pesar de que Van Johnson no resulta muy convincente como ciego), hasta que de pronto todo se echa a perder por una escena imposible a todas luces. Todo iba bien hasta que… (sigo en spoiler).