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España España · Santander
Voto de Simsolo:
6
Romance. Comedia En el sofisticado mundo de Nueva York, Rebecca Bloom (Isla Fisher) es una chica muy divertida y una compradora compulsiva. Sueña vanamente con trabajar en su revista de moda favorita; lo curioso es que consigue un puesto como columnista en una revista económica publicada por la misma empresa. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una ventaja de los entrecortados pases televisivos es revisar títulos desechados de antemano. Estas líneas probablemente no salven a “Confesiones de una compradora compulsiva” de la guillotina del respetable, pero tal vez sirvan de salvavidas para sus contados defensores. Duele admitirlo, pero la película de P. J. Hogan no es tan mala como parece. La comedia, como género, tiene esos inconvenientes: o es absolutamente ácida y desgarrada o, sencillamente, es tonta e ingenua. Aquí, la ironía es demasiado ligera y el espectador tiene que poner algo de su parte para paladear los pasajes más amargos. La empatía con la atolondrada protagonista también requiere cierto esfuerzo, como si la película se protegiera a sí misma del riesgo con una pátina de brillo sobre la que resulta fácil perder el equilibro. Asideros para no caerse de bruces tiene algunos, principalmente su actriz principal, una Isla Fisher dotada para esa clase de comedia patosa en la que se interpreta no sólo con el gesto, sino también con el cuerpo. No estábamos ante un caso claro de Slapstick, pero nuestra adicta al crédito de plástico destroza situaciones convertida en una émula cohibida del Jerry Lewis del mejor Frank Tashlin.

Tampoco se trata de lanzar las campanas al vuelo. “Confesiones de una compradora compulsiva” hubiera sido mucho mejor con algo menos de contención y un poco más de pimienta. Hay momentos desaprovechados y otros que se prolongan de manera irritante. Los secundarios pierden enteros cuando debían ganarlos y los toques surrealistas no acaban de cuajar pero, insisto, nada insulta al espectador. Incluso hay cierta lectura interesante sobre nuestro presente económico y el grado de felicidad que el mundo financiero nos permite. La crítica de fondo no es un clamor, pero logra que el gran pastel que nos quieren vender los artífices del consumo se quede sin y guindas y glaseado, desvelando sin tapujos el revenido bizcocho de cada día.
Simsolo
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