Una mujer joven (en la treintena), atractiva y con carácter (como queda absolutamente de manifiesto en la primera escena de la película) llega a una pequeña ciudad norteamericana en la que piensa establecerse. Ha sido prostituta pero está determinada a empezar una nueva vida. El jefe de policía de esta pequeña localidad conoce su pasado porque ha sido (recientemente) cliente suyo. Encuentra trabajo como enfermera a cargo de niños discapacitados, algo para lo que está extraordinariamente dotada, hace nuevas amistades y se enamora del hombre más rico (y en apariencia “mejor”) de la ciudad. Deciden contraer matrimonio. Todo parece ir sobre ruedas y Kelly, que es como se llama esta persona, parece estar viviendo un sueño, pero la sombra del pasado es alargada…

Película en blanco y negro estrenada en el año 1964 de la que destaco lo siguiente:
- El argumento, muy bueno, escrito por Samuel Fuller, director de la cinta y que según parece conocía muy bien el mundo de la prostitución.
- La puesta en escena, correctísima.
- El trabajo de los actores, lo dejo para el final porque me ha parecido lo mejor. La actuación de Constance Towers, la protagonista de la película, es sencillamente extraordinaria ¡que grandísima actriz!
En suma, una película que no hay que dejar de ver. Cintas como esta hacen grande el Séptimo Arte.