Es refrescante que en una era de asepsia digital, acción para niños y filmes comerciales sin humor alguno el responsable de "El mariachi" se descuelgue con un filme cafre, políticamente peleón (es un decir) demodé, bestiajo, falto de finura y buscadamente trash.

Y no es solo eso, no: encima consigue que pasen el rato y se tomen por el pito del sereno gente como De Niro, Seagal o Johnson, mientras jamelgas de alto copete (Lindsay Lohan, Jessica Alba y Michelle Rodríguez pasean su cuerpamen por la pantalla con descaro de B movie (¡AYYY, OMÁ, QUÉ RICAS!) suben la temperatura del respetable.

En resumen: el cineasta residente en Austin ha resucitado (otra vez) las pelis de videoclub para una generación que ni siquiera las ha podido ver (y otra que la recuerda). Y todo ello sin mirar a esos filmes por encima del hombro (como hizo Q.T.).

Altamente disfrutable. Y es más: si nos fijamos en que en poco tiempo ha aparecido también una action movie retro "Los mercenarios") y hasta una secuela- en la que R.R. se implicó- de un clásico ochentero que no quiere ser ultramoderna ("Predators"), tal vez puede augurarse que las pelis de guantazos y tiros están volviendo a sus orígenes.

Hummm...

Lo mejor: Violencia, despechugues, una BSO johncarpenteriana, una puesta en escena retro, un cast de los que da gusto y una cantidad de momentos / detalles icónicos abundante.

Lo peor: El tercer acto se embarulla y deja de ser gracioso.