No la ví en su momento porque ya presumía que era una castaña oscura - a veces soy clarividente - y me he animado a verla ahora 11 years later en Netflix aprovechando que me han puesto fibra óptica en el campete.
Uffff. Qué digo yo ahora, cómo os convenzo de que esta película es un monumento a la mediocridad cinematográfica. No sé. Todavía me retumba en las orejas ese ritmillo musical incandescente que atraviesa todo el metraje y no para de sonar ni un solo segundo, una especie de melodía de tensión destinada a mantener al espectador con el murciélago en vilo.

Yo no sé qué le vió la muchachada a esta cinta 11 years ago. Supongo que las juventudes nolanianas hicieron piña para tragarse el sapo como hacen siempre las multitudes- we want to believe!! - pero vista hoy , sin el desenfreno del estreno y la necesidad de participar en el orgasmo mediático, habría que preguntarse qué queda vigente de este tostonazo.

La peli no es audaz, ni visualmente ni en el guión. Rodada en modo macho, tiene el encanto de un polideportivo de cemento. Factura plana, personajes acartonados, guión , como casi siempre en Nolan, dopado con una epicidad ridícula. El resultado adolece de un infantilismo que roza la vergüenza ajena. A su manera, Nolan es el precedente de toda la estupidez que luego ha permitido a Marvel hacer caja. La única diferencia es que Nolan optó por la voz ronca y el cruzado solitario y Marvel por el bromance y los chascarrillos. Pero cine adolescente en cualquier caso. Al fin y al cabo el verdadero y casi único cliente del cine es ya la chavalada.

Una pena que alguien que había conseguido filmar cosas interesantes como Memento o The Prestige últimamente ya sólo se dedique a forrarse y a filmar épicas y carísimas pseudopatochadas .