A mitad de la cinta, la fallida pretensión de crear ambientes como en "Alien" carga mucho lastre. Los personajes planos no acaban de traspasar la pantalla y el ritmo pobre y predecible empieza a desmoronar la película. Se comienzan a suceder los desenlaces decepcionantes, desinflando la trama. De repente, pasamos de un fascinante argumento inter-dimensional al gore más burdo: desmembramientos, bisturís y cascadas de líquido rojo.

El pretendido pánico del concepto "infierno", tan arraigado en la moral norteamericana, se esfuma al cruzar el Atlántico. Las escenas supuestamente más impactantes se suceden en la pantalla sin ningún golpe de efecto. Quedan multitud de preguntas sin responder y que van restando entusiasmo: la masa sangrienta colgando de las paredes, el milagroso fenómeno que insufla vida a los cadáveres, los globos oculares que aparecen y desaparecen en los rostros, por no mencionar el nulo rigor científico acerca del vacío espacial, una vez reventado el casco de la nave, presentado como si de una avioneta se tratara.

El final es tan predecible como decepcionante, incluyendo la escena prescindible del negrito supuestamente cómico, rematando un final insalvable y sumando más despropósitos en esta producción de alto presupuesto y argumento prometedor. ¿Había banda sonora? Ni me percaté.

Ciencia ficción serie B, cero suspense y chasco de órdago consistente en carnicería barata. Para matar un rato de aburrimiento y olvidar.