Aparece de refilón el problema de la educación. No sé si es de relleno porque hasta entonces no sabíamos nada de la profesión del protagonista y desde luego, el espectador lo menos que se espera es que sea profesor. Quizá sea porque el espectador se ha hecho otros cálculos de a lo que puede dedicarse. En el instituto aparece la fuerza que tienen los padres de cara a mandar lo que se tiene que hacer en un campo de la educación. La madre defiende a capa y espada a su niño como si de un ángel se tratara y culpa insistentemente al personaje de haberlo pegado. La dasautorización y el ninguneo al profesor se hace patente con la fuerza, el desprecio, el acoso y el final derribo con que se encara la madre con el docente. La violencia en las aulas está plasmada en películas como "El profesor" Tony Caye o "La profesora de historia" de Marie-Castille Mention-Schaar. El mundo se sitúa al revés: los padres amenazan con que ya no va a ir más su hijo al colegio, en lugar de ser expulsado por el propio director. La madre insiste en saber por qué ha pegado a su hijo lo que ha podido hacer él es irrelevante no le importa lo más mínimo. La imágenes posteriores del alumno nos desvelan quien tiene la razón. Hay una falta de confesión de sinceridad y cuando se hace es a través de un mecanismo poco apropiado. Así delante de un espejo, dos mujeres que buscan la impersonalidad del reflejo para comentar las carencias y desilusiones de pareja.La pareja de mujeres que aparece delante son otras y pueden comentar desinhibidas lo que les venga en gana. Esas reuniones de amigos donde con unas copas de más se acaba hablando más de la cuenta y cuando quieres arreglarlo la vas cagando más y más todavía. Ante la imposibilidad de lanzarte la vajilla porque te encuentras alejado de tu casa y corres peligro de ser abucheado por ese que antes era tu amigo. Por eso pasas a otra estancia cercana de la casa para sacar más trapos sucios. En este caso en un garaje con el coche de fondo. Salvando las deferencias, no es un granero ni la música una danza caso erótica como sucede en "Único testigo" de Peter Weir, pero intuyes que se va a fraguar algo gordo y potente. Presientes que aquella promesa del principio se va a cumplir y que por fin ha llegado la hora de saldar cuentas del pasado Así, no podía acabar la película sin un buen polvo. Allí mismo encima del capó del coche que nos llega a la imaginación la mesa larga y llena de harina del "Cartero siempre llama dos veces" de Bob Rafelson, Jessica y Jack con un ambiente empolvado a tope encima de la mesa. Se follan con la misma tensión con la que se odian.Con la incomodidad de la fría plancha, pero con la pendiente más idónea para el momento del acto.Por fin pasa el día de espera y llega la hora de la verdad: firmar los papeles de la compra del piso. Se engalanan para la ocasión. Desde este momento tan solo cuenta lo que diga el notario. El final queda abierto, cada espectador puede realizarlo a su antojo, en mi caso yo lo veo con una relación abrupta que desembocará en un hijo no deseado. Ante un nuevo personaje en la acción se pueden vaticinar un endurecimiento de un comportamiento machista. Ahí podíamos insertar otra película como "Refugiado" de Diego Lerma, pero eso era otra cinta para comentar.