Primero de todo me gustaría disculparme con todos aquellos amigos y conocidos que, sin voz ni voto, alguna vez se han visto arrastrados por mi avidez cinematográfica a una sala oscura del cine Palafox a ver un bodrio de grandes dimensiones. Ayer me volvió a pasar y ayer me pregunté de nuevo como me siguen acompañando ciertos colegas a los que siempre y cuando digo siempre es SIEMPRE les digo de ir al cine, la película resulta ser un mojón insufrible.
La película que este miércoles me llevó de nuevo a sentarme en una de esas mullidas butacas era francesa, estaba dirigida por la reconocida directora llamada Claire Denis y por la aún más reconocida Juliette Binoche.
La película me llamó la atención por la buena reacción que había despertado en la crítica que la elogiaban generosamente. Pobre de mi, les hice caso.
La historia que cuenta "Un Sol Interior" nos muestra las relaciones que una artista parisina, divorciada y deprimida, entabla con diversos amantes tratando desesperadamente de superar esa a veces infranqueable linea que separa un affaire de una relación. Quiero recalcar que cuando digo que se nos muestra solo eso, lo digo en sentido literal. La película solo se conforma por secuencias en donde la protagonista interactúa con el amante de turno en una serie de escenas conformadas por planos cerrados pendientes del rostros de los personajes forzando al espectador a engullir esos ineludibles e inverosímiles diálogos metidos con calzador.
Quiero creer que la directora trata de mostrarnos, a golpe penoso, el ambiente incómodo, equívoco e inseguro que se da en los encuentros que todos hemos vivido en esas primeras, segundas y últimas citas pero se hace muy difícil al contar con una protagonista terriblemente dependiente del sexo opuesto que llora todas las noches por la soledad de una cama sin compañía. Vergonzante.