"Los franceses siempre dicen que las cosas son lo mismo cuando no lo son"

En la misma partida de poker se pueden jugar dos manos, eso es lo que debería estar pensando el personaje de Jean-Paul Belmondo entre huidas y amores "a la francesa".

Sin duda es una obra de arte mayúsca con un compás perfecto en el que caben recetas filosóficas para ser feliz, dejar de serlo y para todo lo contrario. Identificarse con el romanticismo de su argumento y la belleza de sus imágenes resulta sencillo cuando Jean-Luc Godard ponía toda la carne en el asador, pero en este caso, lo difícil sería no meterse en el papel que todos hemos querido vivir, al menos, una vez en la vida: el de alguien sin preocupaciones y una eterna sonrisa.

Recomendada a: Iconoclastas y románticos empedernidos.

Mantener fuera del alcance de: Ex fumadores.