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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
2
Drama. Comedia En 1953, Katherine Watson (Julia Roberts) se traslada desde California al campus de la prestigiosa y estricta universidad de Wellesley en Nueva Inglaterra para enseñar historia del arte. En plena postguerra, Watson espera que sus estudiantes, las mejores y las más brillantes del país, aprovechen las oportunidades que se les presentan para emanciparse. Sin embargo, poco después de su llegada, descubre que la prestigiosa institución está ... [+]
13 de mayo de 2007
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sonrisa de Mona Lisa se salva del ridículo gracias al buen hacer de sus actrices secundarias.
Las películas escolares, ya sea en universidades, ya sea en institutos, constituyen a estas alturas un género en sí mismo. Hay centros con problemas raciales (Semillas de rencor, Mentes peligrosas, Rebelión en las aulas), con alumnos aventajados y buenas intenciones (Cadena de favores), con alumnos problemáticos (Elephant, El indomable Will Hunting), con profesores de apoyo (Descubriendo a Forrester), y finalmente, centros con tutores fuera de lo normal (The faculty, Música del corazón, The Paper Chase). En este último apartado se encuadra La sonrisa de Mona Lisa, película de consumo rápido que comienza despertando la curiosidad y acaba convertida en película de sobremesa.
Julia Roberts es Katherine Watson, una profesora recién licenciada en historia del arte por la prestigiosa y liberal universidad de Berkeley (California). Su primer destino será el conservador instituto Wellesley, marcado por las rígidas normas morales que imperan en los años 50, y su objetivo, cambiar las cosas tratando de golpear las conciencias de sus alumnos a través del ejemplo, la inquietud intelectual y los buenos consejos. Para ello, tendrá que transgredir las normas académicas y convertirse en chivo expiatorio de una sociedad que no tolera las grandes transformaciones.
Exceso de dulzura
La sonrisa de Mona Lisa no convence. En primer lugar, porque re torna a la típica relación entre un profesor que se sale de lo normal y sus mejores alumnos, al profesor liberal y apasionado que sacude los cimientos del establishment y hace descubrir a su clase el sentido de la vida; porque su barniz artístico apesta, y apenas deja espacio para la identificación; porque cuenta con Julia Roberta como motor, la actriz más sobrevalorada de la historia del cine, eso sí, siempre dispuesta a sonreír, pero también para el mínimo riesgo interpretativo; porque, como otras muestras del cine USA, tiene miedo de afrontar de cara sus intelectuales personajes, su cultura y su talento, sólo simbolizados a través de signos exteriores y visibles, fácilmente detectables y atrozmente significantes; porque su director, Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral, Donnie Brasco), hace gala de su cine más ñoño, pomposo y blandito, y además, lo disfraza de alegato por la igualdad de sexos; porque el personaje de Julia Roberts acaba desinteresándonos en favor de las historias del resto de roles femeninos, a los que, lástima, no se presta la atención necesaria: una robaplanos Kirsten Dunst cuyo matrimonio le sale rana; una sensual y rebelde Maggie Gyllenhaal enamorada todavía del profesor de italiano; Julia Stiles, que se debate entre una vida de casada, o compaginarla con sus ambiciones en Yale; y la camaleónica Marcía Gay Harden y sus clases de decoro. Si quieren degustar buenas películas de este tipo, dos muestras: Adiós, Mr. Chips (1939), y El club de los Poetas Muertos (1989).
La Maga
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