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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
9
Drama Una noche de invierno, Pilar sale huyendo de su casa. Lleva consigo apenas cuatro cosas y a su hijo Juan. Escapa de Antonio, un marido que la maltrata y con el que lleva 9 años casada. Antonio no tarda en ir a buscarla. Pilar es su sol, dice, y además, “le ha dado sus ojos”. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2007
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las calles de Toledo suponen el perfecto contrapunto a una historia contaminada por una atmósfera de tristeza sigilosa y punzante. El estómago se retuerce de dolor.
Con sólo tres películas - Hola, ¿estás sola? (1995), Flores de otro mundo (1999), Te doy mis ojos (2003)- en su filmografía Icíar Bollaín acaba de convertirse en lo que sospechábamos: uno de los directores con más talento, solidez y futuro del panorama español. Sus trabajos disponen de un alto contenido social, ligado a autores como Tavernier, Loach (trabajó como actriz en Tierra y libertad) o Borau (fue parte esencial en Niño nadie y Leo), y no esconden nunca lo que ha aprendido de ellos. Su ojo crítico, comprometido y sincero lo ha volcado siempre en una España que sigue avanzando, sin miramientos, hacia una inevitable convivencia con el mestizaje que le costará digerir, y que permanecerá, si no se evita a tiempo, cargada de miedos, prejuicios y frustraciones que difícilmente desaparecerán.
Si Sólo mía era una cinta superficial que acabó cediendo ante la tentación de la espectacularidad, y Achero Mañas asombraba y conmovía a todos con su simpleza en El Bola, Te doy mis ojos supone la concienciación definitiva sobre la tragedia de los malos tratos. La directora consigue abordar un tema espinoso del modo más objetivo posible. Disecciona la manera en la que una chica de hogar burgués acaba convertida en víctima, y el acercamiento, que no justificación, al porqué del maltratador. Luis Tosar (Los lunes al sol) demuestra que es un actor absoluto, de los que se recordarán en el tiempo y que ya ha empezado a labrarse una digna carrera, y Laia Marull (Lisboa, Fugitivas) reivindica urgentemente un hueco en la lista de las actrices más solicitadas de este país.
Pero si toda esta historia no llevara consigo un tratamiento del guión magistral (escrito a dúo entre Icíar Bollaín y Alicia Luna), con esas válvulas de escape humorísticas, la estructura y la profundización alcanzadas se resentirían, y no nos encontraríamos ante una de las obras, seguramente, más imprescindibles del año. Icíar retrata a sus personajes con una distancia preventiva, eso sí, sin juzgarlos nunca, evitando la condescendencia o la excesiva frialdad. Con la justa personalidad lograda a lo largo de su carrera gracias a una sorprendente coherencia temática y lingüística, convierte este drama no sólo en un análisis social, sino en un documento eternamente rescatable.
La Maga
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