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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
8
Drama Los difíciles años de la dictadura militar argentina son contemplados por Harry, un niño de diez años que lo único que desea es jugar y hacer travesuras con su hermano pequeño. Sin embargo, en 1976, cuando su familia, perseguida por la dictadura, se ve obligada a esconderse en el campo, comienza para él una nueva vida que pondrá fin a su infancia. (FILMAFFINITY)
10 de abril de 2007
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras Plata quemada, Marcelo Piñeyro confirma las buenas maneras que ya apuntaba.
La política ha sido desde siempre un buen terreno del que sacar materia fílmica. En muchas ocasiones ayuda a recuperar una memoria, que en muchos casos, se ha pretendido hacer olvidar a la fuerza. Además, en estas empresas la veracidad no suele estar reñida necesariamente con la calidad. Ahí está para corroborarlo uno de los mayores films políticos de la historia del cine: Missing (1982) de Costa-Gavras. En él, el golpe militar asestado por Augusto Pinochet en Santiago de Chile, junto a la supuesta y reconocida ayuda y colaboración por parte de la administración norteamericana, quedaban muy bien reflejadas. Pero aparte de servir este cine como recordatorio y buen aleccionador de la historia más reciente, son atmósferas y contextos que pueden servir muy bien como elemento dramático. Missing sigue siendo un buen ejemplo: la odisea de un padre en busca de pistas que le ayuden a descubrir el paradero de su hijo le sirvieron a Jack Lemmon y Sissy Spacek para construir uno de los mejores papeles de sus respectivas carreras.
El reflejo de la dictadura militar argentina ha tenido sus imágenes en forma de la estupenda La noche de los lápices (1986) de Héctor Olivera, y la escalofriante Garage Olimpo (1999) de Marco Bechis. A éstas se añade ahora Kamchatka. El instinto de su pervivencia es la premisa de la que parte Marcelo Piñeyro para retratar el amor familiar en circunstancias adversas.
Interpretar
Eso es lo que hace el elenco de actores al que se enfrenta uno al comenzar la película. Si Héctor Alterio (magistral como siempre) es la cabeza visible entre ellos, el secreto de la narración yace en la mirada del chaval Matías del Pozo (os hará sentir algo parecido a lo que transmitía Juan José Ballesta en El bola), lo que le confiere al relato una mayor sensación de confinamiento, de tiempo suspendido, y esto, desde el punto de vista moral, es quizá el mayor acierto del film. Pero la verosimilitud, salvo algunas escenas concedidas a la galería (como esa reunión un tanto forzada de la familia divisando las estrellas en la noche), en forma de angustia, desesperación, miedo e impotencia, la confiere la química existente entre Cecilia Roth y Ricardo Darín. Una mención aparte merece este actor argentino que en los dos últimos años ha conquistado a más de un cinéfilo, entre ellos, os lo aseguro, a mí. La naturalidad y aparente facilidad con la que construye sus personajes no tiene nombre. Es tal la genialidad de este actor al interpretar el rol de padre que acaba desviando nuestra mirada a otros temas: la familia, la relación padre-hijo, y el amor. No faltan tampoco secuencias espléndidas (la partida de Risk, la despedida entre Lucas y Harry, el descubrimiento de Houdini) que, junto a un riguroso guión, y a pesar de ese intuido final trágico, me hagan calificar esta película como imprescindible. Eso sí, llévense pañuelos.
La Maga
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