Haz click aquí para copiar la URL
España España · Salamanca
Voto de La Maga:
8
Aventuras. Romance. Drama América colonial, principios de siglo XVII. Aventura épica sobre el enfrentamiento de dos culturas durante la fundación de la colonia de Jamestown (Virginia) en 1607. Inspirada en la leyenda de John Smith y Pocahontas, un ambicioso colonizador y una apasionada nativa de alto linaje que se encuentran divididos entre sus deberes y sus sentimientos. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2006
50 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malick reivindica una vez más el poder mágico del viaje, el paraíso perdido antes de ser corrompido y destruido por la avaricia y el oportunismo. Film ecologista universal, el Malick historiador y naturalista estimula nuestros sentidos con ecos bíblicos (Adán y Eva en el Génesis) y filosóficos (Heidegger). Arrojando luz a lo que la metafísica ha oscurecido, el Nuevo Mundo es la lección de un humanista que nos enseña lo que hemos ganado y sacrificado con la evolución. Con la sabiduría y valentía de un autor que no desea comulgar con los cánones cinematográficos establecidos, sino con replanteamientos constantes y radicales del arte de dirigir, sonido, imagen (desde Hamlet, nadie había vuelto a rodar en 65 mm), personajes y narrativa nos invitan a romper con lo que estamos acostumbrados, a recuperar la inocencia perdida y adentrarnos en la alucinación trascendental que este poema visual provoca. De apariencia sencilla, encierra la complejidad del alma, y supone una delicia para lo sentidos repleta de metáforas y simbolismos. Si unos prefieren caer en la narcolepsia, yo me acojo al síndrome de Stendhal. Tomadura de pelo o hermosas estampas, pretenciosa o relamida, cuando la película parece que va a convertirse en una parodia de sí misma, un giro radical, apoyado en un montaje discontinuo, y un protagonismo basado en tres ejes narrativos, nos llega una resolución sorprendente, una conclusión de sosegado avance y extremado onirismo en que el minimalismo, la interioridad y la hondura intelectual van de la mano. Sólo la momentánea desorientación argumental (amor y lucha no convergen), la música de James Horner (elige bien las piezas de Mozart y Wagner, pero sus composiciones recuerdan a otros de sus trabajos), y el desdibujamiento o abandono de ciertos actores secundarios impiden la consecución de una obra maestra, la de un autor incomprendido ahora, reivindicado dentro de unos años, cuando el ojo humano no soporte más la velocidad actual de los fotogramas. Malick tiene el coraje de preguntarse las diferencias entre ver, mirar y sentir. Sus obras son como un libro repleto de pasajes en blanco que nos invita a rellenar. Busca, con reflexión e inteligencia, la interacción a través de un manifiesto de independencia creativa, de un ejercicio donde la forma y el contenido se miren y peleen. Busca también, sin concesiones al respetable, un punto de intersección entre el espacio y el tiempo cinematográficos, potenciando el efecto de la cámara, como en un cine IMAX, coreografiando un ritmo a la deriva, el del sonido de la naturaleza como virus del espacio exterior. Malick trata de descubrir cuál es el efecto del tiempo sobre nuestra mirada, nuestra capacidad para vivir el transcurso del tempo cinematográfico, la posibilidad, exquisita e irrepetible, de entender qué sentimos como espectadores. Y vaya si lo consigue, con resultados dispares, pero con la marca indiscutible de lo que en cine llamamos autor.
La Maga
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow