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España España · Los Alcázares
Voto de FGI:
3
Drama Michael Corleone, heredero del imperio de don Vito Corleone, intenta rehabilitarse socialmente y legitimar todas las posesiones de la familia negociando con el Vaticano. Después de luchar toda su vida se encuentra cansado y centra todas sus esperanzas en encontrar un sucesor que se haga cargo de los negocios. Vincent, el hijo ilegítimo de su hermano Sonny, parece ser el elegido. (FILMAFFINITY) En diciembre de 2020 se estrenó en cines y ... [+]
7 de enero de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cartel publicitario de este film muestra a uno de los mayores asesinos del mundo plegando sus manos en una oración al Dios del Vaticano. La imagen se subraya con un lema: “Todo el poder del mundo no puede cambiar el destino”. O sea que Coppola y Puzo han convertido al materialista lúcido en un meapilas fatalista.

Pienso que películas tan redondas como “El Padrino” no necesitan una secuela, y mucho menos formar parte de una trilogía. Aun así, puedo reconocer en la segunda entrega buena parte de las esencias de la primera e incluso alguna aportación. La tercera, en cambio, estrenada 16 años después de la segunda, llega tarde y, a mi juicio, mal.

Todavía sin verla, a la inquietud producida por el cartel publicitario se suma la del reparto. Si el primero, con Brando, Duvall, Pacino y Keaton, alcanzaba cotas irrepetibles, en este epílogo innecesario, las ausencias de Brando y Duvall se han intentado suplir con Andy García y George Hamilton, dos actores inanes. Tampoco los diálogos entre García y Sofia Coppola, previsibles, rutinarios, pueden reeditar los de Pacino y Keaton, cargados de tensión y enseñanza entre velada. A García se le da cancha, pero ni sabe ni puede sacar partido de un personaje que parece injertado de otros cines: guardaespaldas providencial, jinete inverosímil,...

En la película original todo parecía sorprendentemente nuevo. Incluso los elementos prestados, como la escalera inspirada en Potemkin, tenía un aire de revisión meritoria. La matanza de rivales sucedía en escenarios que iban desde la cotidianeidad de una sauna al pórtico suntuoso de una catedral. Aquí, en cambio, se busca deslumbrar al espectador con un artificio técnico al que ya está acostumbrado: el estruendo de las hélices, los proyectiles destrozando una cúpula de cristal, conscientes de a quien deben matar y a quien respetar, el caos en el que sólo el héroe sabe desenvolverse... Todo parece una mala copia. Hasta los elementos secundarios, como el caballo, que en 1972 nos había provocado un escalofrío inesperado, y en 1990 debe conformarse con un papelito vulgar, propio de un western de tercera, para que el héroe se luzca como jinete urbano y justiciero.

Con “El Padrino III”, Coppola y Puzo saltan del documento social al thriller de entretenimiento (aburrimiento) y de la denuncia al encubrimiento. Porque mucho se ha escrito sobre la audacia con que se muestran los trapicheos de la Iglesia, pero cualquier crítica a la santa institución se disuelve cuando Michael Corleone identifica honradez y sentimiento religioso: “Es un hombre honrado, un hombre de Dios”, dice del cardenal Lamberto (futuro papa Juan Pablo I). La aparente osadía de escenificar su envenenamiento por el arzobispo Gildey no es más que una reedición de esa falacia, a la que tan adictos son los aduladores del Poder, que consiste en ensalzar la bondad del patrón culpando al capataz de todas las maldades.
FGI
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