Tras varios años de oir halagos y recomendaciones, me he decidido a comenzar a descubrir esta galardonada serie sobre los intríngulis (que diría el otro...) de la política norteamericana, a través de las vivencias y actividades del personal de los diferentes departamentos en la White House, desde el chico de los recados hasta el mismo Presidente de la primera potencia del mundo, competentemente interpretado por un carismático Martin Sheen. Y me gusta la serie, me gusta. Es inteligente, tiene muy buenos diálogos y buenos personajes y situaciones. Y engancha, aunque en unas subtramas más que en otras, obviamente.

Como defecto le veo una fotografía que es la típica "oscurantista" de muchas series norteamericanas y que nunca he entendido. Si en la realidad un despacho, o juzgado, o biblioteca, etc, están tan bien iluiminados (incluso sobreiluminados)... ¿por qué se empeñan en filmar con esas luces "bladerunnerianas" y esos feístas claroscuros? Me tira para atrás por irreal y antiestético, y no me gusta el aspecto visual, lo cual también es importante a la hora de juzgar un producto audiovisual, claro. Aunque sí está bien realizada y montada.

Otro defecto que en esta ocasión invita un poco a la hilaridad incluso, es el que comentan varios usuarios en las críticas de la serie publicadas aquí: esas "peaso" conversaciones interminables mientras andan por los pasillos, jajaja. No es nuevo, porque se ha visto antes y es un poco así como ir de guays, porque todo el mundo parece ser muy avispado en todo momento en dichas conversaciones, diciendo lo preciso, y demostrando los interlocutores tener contínuo ingenio mientras sortean todo tipo de obstáculos humanos a su paso, juas. Es algo ridiculillo y suena a lo dicho, a que van de guays tanto los personajes como los responsables de la serie, por la proeza técnica que hace falta en cuanto a la realización. En vez de esperar a llegar al despacho para hablar... :D

Ah, y por mucho que sea una representación de una Administración Demócrata (más abiertos al mundo que sus opositores, por tanto, y de mente) hay mucho de justificación de la política exterior norteamericana, y también un cierto tufillo a "pobrecitos el resto del mundo, que no tienen la inmensa suerte de pertenecer a este gran país". A mí, como más allá de cierto "fantasmismo" y nacionalismo evidente del pueblo estadounidense, no me gusta nada el antiamericanismo barato imperante, no me disgusta en exceso este aspecto de la serie.