Sorrentino propone en 'Il divo' un tan interesante y atractivo, como excesivo y antipático, acercamiento a las (oscuras) actividades gubernamentales de una de las figuras fundamentales y más controvertidas (con permiso del actual "Cavaliere") de la política italiana de hace algunas décadas: Giulio Andreotti.

Y esa comentada antipatía se debe a la autosuficiencia y falta de modestia que exhibe Sorrentino en la realización, el cual se empeña en hacer casi de cada plano una continua llamada de atención al espectador, lo que resulta a menudo molesto y cansino a pesar de que también permite disfrutar en ocasiones de imágenes impactantes, visualmente muy poderosas. Este estilo excesivamente llamativo y autoral es muy propio del lenguaje publicitario de calidad, pero con un poco más de autocontrol Sorrentino hubiera ofrecido una película bastante mejor, que se queda en interesante gracias a lo que cuenta pero no tanto a cómo lo cuenta.

En cuanto a la generalmente elogiada interpretación de Toni Servillo, me temo que tengo que discrepar algo, aunque con matices. Y es que si bien es cierto que se trata de un actor carismático y con personalidad, que sabe transmitir con la mirada y posee fuerza interpretativa (como ha demostrado también en otros anteriores papeles), en esta ocasión, debido en gran parte al caricaturesco tratamiento del personaje en cuestión (que efectivamente parece el puto Nosferatu italiano, como han comentado numerosas críticas, jaja), su labor queda reducida a caminar, hablar y expresarse con la mirada cual si de un muñeco de ventrílocuo se tratara. Y un retrato exageradamente satírico como este resta credibilidad y seriedad a cualquier actor que incorpore a un personaje real, inclusive si se trata de un político mafioso y un grandísimo hipócrita como Andreotti.

En definitiva, una propuesta con un cierto atractivo por parte de su autor, el siempre interesante Sorrentino, pero que queda lejos de su estupenda y muy superior 'Las consecuencias del amor', debido a los excesos comentados y a la ampulosidad con la que ha decidido acometer cada plano y cada secuencia, consiguiendo el deleite visual en ocasiones, cayendo sin embargo al mismo tiempo en un desarollo algo inconexo y narrativamente confuso. Un divo, efectivamente...

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En el spoiler, varias de las impagables perlas dialécticas "andreottianas" oídas en la película: