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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
4
Comedia. Aventuras. Fantástico Tras una larga temporada aislado en una isla desierta, Hank encuentra compañía en el flatulento cadáver de un joven que el agua ha traído hasta la orilla. Poco a poco, el náufrago y el cadáver desarrollan una hermosa amistad. (FILMAFFINITY)
1 de julio de 2020
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Heces y masturbaciones para llegar al amor, la confianza y la libertad son las comparativas que pone en escena la ganadora en Sitges a mejor película, donde se narra la aventura de corte fantástico de Hank Thompson (Paul Dano), naúfrago en una isla desierta que, al borde del suicidio, encuentra un cadáver como mejor amigo que le otorga la fuerza necesaria para recorrer su camino de vuelta a la civilización.

Dan Kwan y Daniel Scheinert dirigen esta apuesta producida por Daniel Radcliffe que, para entenderla, tienen en cuenta que no es un descenso a la locura, sino una aventura sobre la necesidad de amistad y amor que tienen las personas, de aceptación social por una muchedumbre coartada de libertades placenteras consideradas tabú, y, sobretodo, una alegoría acerca del lugar que tenemos en el mundo.

Todo ello se explica rápidamente gracias a una buena puesta en escena del protagonista, el cual, a pesar de las circunstancias, sigue manteniendo una capacidad cognitiva y lógica normales, e interactúa con el cadáver de Manny, interpretado por Daniel Radcliffe, forjando a fuego lento una construcción algo disparatada sobre ambos personajes al son de conversaciones banales, música popular y dependencia para la supervivencia, ya que Manny no está tan muerto como parece.

Bañada con gags cómicos y slapstick que no consiguen funcionar por la puerilidad de caca, culo, pedo, pis cuya repetición juega en contra de conseguir entablar cierta empatía, ya que la mayor parte de las veces esta comedia absurda se eleva frente al argumento y mensaje que los directores pretenden dar, olvidándose al igual que sus personajes de cuál es el final al que se quiere llegar, cosa que llega a aburrir en muchos puntos creando situaciones que escapan del contexto racional, ergo también nos saca a nosotros como espectadores.

Teniendo muy buenos recursos, el guión decae con el transcurso de la historia, donde los puntos más brillantes son contados y basados en correlaciones entre el humor escatológico y las emociones, los cuales, a pesar de lo razonable que pudieran ser, no hacen más que rellenar una relación empalagosa entre dos personajes que no tienen mucho que aportar ni decir.

La fotografía excelente de Larkin Seiple junto las formidables interpretaciones de un siempre talentoso Paul Dano y un Daniel Radcliffe saliendo de su zona de confort son las únicas declaraciones por las que recomendaría esta película. La música, compuesta de temas populares como Cotton Eye Joe o la banda sonora de Parque jurásico (Steven Spielberg, 1993), es extremadamente repetitiva y se explota hasta el punto de usarse para sustituir acción y diálogos debido a una planificación pésima de algo tan básico como el storyboard. Por otra parte, la dirección básica de cine de aventuras la desmenuzan pasándose con demasiados cambios de plano que rompen con el eje visual, creando situaciones incomprensibles de espacio que rompen con el ráccord y con mi interés de seguir viendo la película.

Todo ello para conseguir un desenlace desesperado y poner en duda al espectador con la explotada idea de la cordura o la locura, de lo real o lo irreal, como si todo el viaje no hubiera sido suficiente para comprender al personaje de Hank, utilizando recursos en el último tramo infames, incluso insultantes, para marearnos (o tomarnos por deficientes) por la nula aptitud de unos directores y guionistas mediocres y onanistas.

Para esto me vuelvo a ver El club de la lucha.
Tiggy
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