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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
8
Comedia. Romance. Drama Un matrimonio estadounidense acude al Festival de cine de San Sebastián por trabajo de ella. El marido, Mort, sospecha que su mujer está teniendo un affaire con un joven y aclamado director de cine francés. Pero su preocupación disminuye cuando se encapricha de una atractiva médico española que le trata en una consulta. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2020
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede decir de Woody Allen a estas alturas; ácido, crítico, ingenioso, sarcástico… un genio vuelto autor desde la extensa experiencia que carga sobre sus menudos hombros. En su última obra, Rifkin’s Festival, el judío de Brooklyn consagra toda una carrera de éxitos derivada de su particular sello autoral, sello formado por sus influencias cinematográficas y su personalidad. Woody Allen abre su corazón al espectador creando un mundo de magia apartado de la realidad, una realidad alternativa llamada cine utilizando y, a su vez, dando las gracias, a los diez días del prestigioso Festival Internacional de Cine de San Sebastián que sirven de marco para lo que Allen quiere dibujar mediante fotogramas, mediante sueños de celuloide. Rifkin’s Festival trata la historia del álter ego de Allen, Mort Rifkin (Wallace Shawn), un erudito intelectual y amante y crítico profesional de cine que, en su obligada parada en el utópico País Vasco, cae en una red de existencialismo repentino desembocado por la aparición de un prometedor director de cine novicio, Philippe (Louis Garrel), desmoronando la relación sentimental con su atractiva mujer Sue (Gina Gershon) y dando paso a numerosos tópicos literarios relacionados con el amor como el <<amor post mortem>>, el <<amor bonus>> o el <<amor ferus>>; también se evoca el <<aurea mediocritas>>, <<non omnis moriar>>, <<tempus fugit>> o los clásicos <<carpe diem>> y <<locus amoenus>>. Una oda al cine, la mayor pasión del realizador norteamericano, que contagia ilusión con el corte agridulce y existencialista que caracteriza su filmografía.

Numerosas películas del neoyorquino han conquistado por su sarcástico uso del existencialismo como tema principal, rasgo que exhibe una personalidad pesimista e incluso preocupada por la imponente Muerte de parte de un director que no duda en tratar el tema, tomando una de sus referencias principales, el legendario Ingmar Bergman, como influencia permanente. Desde la impecable Delitos y faltas (1989) hasta la que hoy nos ocupa, Allen se <<enfrenta a la muerte desde la cobardía>>, tal y como él cita, no dudando en saltar por la ventana si la gallardía flaquea, poniéndose de lao’ si la Muerte lo mira de frente, afrontándola desde el <<memento mori>>, el recordatorio de que todos vamos a morir. Esta neurosis la plasma en su personaje, que no por casualidad se llama Mort, al que la alargada sombra de El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957) sigue a través del <<carpe diem>> de San Sebastián. El ingenioso guion, escrito por lo que es uno de los mejores guionistas, el mismo Allen, tiene la marca sarcástica característica en torno al cuasi soliloquio que el director y guionista crea en torno a Allen con el que se desahoga con su público (por algo, toda la película es un flashback narrado por el propio Mort en una consulta psicológica), construyendo todos sus secundarios con el propósito de atraparnos en un paraíso terrenal donde, aunque la Muerte aceche, da pie a ilusiones y sueños que embaucan de felicidad al ser humano, aunque solo sea durante un efímero momento de diez días.

Desde el drama a la comedia, Allen siempre ha tenido el amor en el punto de mira. Y es que el amor es el eslabón que mantiene la vida, tan irracional como necesario, y que el director de Brooklyn siempre ha exhibido desde el platonismo más desinhibido, como ya pudimos ver en la fantástica Poderosa Afrodita (1995). En el romance sostiene Allen, a través de Mort, su propia vida en el cine, su <<amor bonus>> por Federico Fellini, Ingmar Bergman u Orson Welles, la ruptura del amor (de tanto usarlo) con su mujer Sue llegando al <<religio amoris>>, la necesidad de amor y comprensión que surge con la llegada de J. Rojas (Elena Anaya) y que da paso al <<amor mixtus>>, el amor espiritual y físico conjunto mientras el <<amor ferus>> de Sue y Philippe se desarrolla bilinealmente. Todo con el propósito de llegar a ese <<amor post mortem>> que junta las dos preocupaciones de Allen como locos enamorados: el amor y la muerte.

Pero no todo en el festival de Mort va a ser amor y muerte. Allen crea un paraíso terrenal, con mucho crédito del maestro Vittorio Storaro, donde nos atrapa en el <<carpe diem>>, en esa necesidad de vivir el momento porque, de una forma u otra, La vida es bella, y es en esos momentos fugaces de belleza, en el <<tempus fugit>>, donde somos capaces como personas de ser felices, aunque el tiempo transcurra irremediablemente para todos, aunque el reloj de la Muerte siga engrasado. En San Sebastián, los sentimientos afloran nítidos entre barajar y cortar el mazo del existencialismo, donde Mort es la carta con la que abre el juego del amor, sin saberse si será la carta ganadora o perdedora. Las relaciones entre tan peculiar personaje y las mujeres, las mujeres de Allen, el cual ha demostrado ser un gran estudioso de la feminidad aun ignorado por la virtuosa presencia de Pedro Almodóvar en este aspecto, consiguen esclarecer los móviles que siempre presentan los personajes del director: la necesidad de compañía y, yendo más allá, de comprensión cómplice que requiere todo individuo para alcanzar la buenaventura, aspecto muy apreciable en Conocerás al hombre de tus sueños (2010).

Volviendo al óbito dentro del <<locus amoenus>> del cine y San Sebastián, Allen fija la mirada en sí mismo, como autor y maestro del celuloide, reflejado en la áspera contundencia con la que Mort es vejado por su gusto refinado por el cine, incomprendido por sus intelectuales preocupaciones, rechazado por su forma de ser. Con ello, el director no pierde coba en su sátira, criticando tanto la presunta pedantería (o incomprensión del receptor) del mensaje que llevan los mensajeros del cine, los críticos profesionales, como el <<aurea mediocritas>> que tanto se ve, e incluso se premia, no solo en su pasión, sino en el mundo contemporáneo, residiendo en el contrapunto entre Mort y el director Philipe.A través de la relación entre los dos hombres del relato, Allen no solo se queja....
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tiggy
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