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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
7
Comedia. Drama. Romance Pese a su prestigio profesional, el doctor George Bull comienza a ser puesto en entredicho por alguno de sus vecinos del pueblo en el que ejerce la medicina por sus frecuentes visitas a una viuda. Las cosas se complicarán todavía más cuando se desate en la localidad una epidemia de tifus... (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un espléndido John Ford profundiza en el corazón americano alejándose del wéstern y sus formidables héroes para brindar una película de cualidades satíricas como es Doctor Bull, protagonizada por el humorista Will Rogers, donde el humanismo despreocupado y la honesta sabiduría campechana se posicionan contra cierto grado de hipócrita progreso en una sociedad chismosa y conservadora. El Dr. George 'Doc' Bull, único médico en una pequeña ciudad, se entrega en cuerpo y alma a sus recurrentes pacientes con una amabilidad y bondad desmesurada aunque su vida privada atormenta a sus vecinos, logrando un grado de hastío tan severo que hacen lo posible para destituirlo del cargo.

Esta comedia enbrutecedora y crítica de una sociedad más preocupada por el cuchicheo que de los asuntos verdaderamente importantes constituye un pequeño drama de la época, donde las circunstancias prevalecen frente a la profesionalidad, y donde la ignorancia se erige frente al saber hacer de las personas verdaderamente capacitadas, algo así como lo que está ocurriendo en España actualmente.

Se recrea una reivindicación del oficio mediante la figura de Doc y de aquellos trabajadores que se entregan en cuerpo y alma a su oficio con el propósito del bien común aún siendo defenestrados por la sociedad. Los medios de comunicación emergentes van a funcionar a modo de recordatorios de los dos temas que adversa; la situación del Doc con las exigencias y juicios prematuros de unos habitantes iletrados, algo reforzado por la relación del mismo con un compañero de oficio, el Dr. Verney (Ralph Morgan), de un carácter más progresista pero insulso ante los males médicos que asolan a la pequeña ciudad del protagonista.

El esquema que plantea Ford con el que deconstruye poco a poco a su personaje son las relaciones más allá de la medicina que ejerce el mismo con algunos lugareños, a los que su buen hacer congratula sus intereses, en ocasiones, ejerciendo de confidente, consejero amoroso o amigo. Así y, poco a poco a través de las acciones que definen su nobleza, el director nos moldea el personaje como el mártir de una colectividad enajenada, el culpable de los males, el placebo social.

El guión, lento pero que obvia los rodeos para brindar el mensaje, consta de unos diálogos sencillos cuya rotundidad, a pesar de ser muy artificial, pone en jaque la negligente apatía de una parte de la sociedad cuyo único objetivo es la crítica destructiva. Las relaciones entre el Doc y los personajes son la pieza más importante para sus construcciones psicológicas y poder entender mejor los intereses y preocupaciones de todos ellos. Se hace especial hincapié en el cariño que le tienen ciertos personajes al Doc, como May Tupping (Marian Nixon), Virginia Banning (Rochelle Hudson) o la viuda que refuerza la personalidad bondadosa y desinteresada del Dr. Bull, o incluso su tía Myra (Effie Ellsler) que marca el cambio de arco narrativo al 'oler' la enfermedad tifoidea que asola la ciudad, dando también importancia a esa sapiencia campesina que padece el protagonista y que pone solución a los problemas médicos de sus vecinos.

La interpretación desgarbada de Will Rogers encaja como una llave en una cerradura, siendo la única que verdaderamente destaca del conjunto general. Ford explota esas cualidades del actor para introducir pequeños gags cómicos (que no me han provocado más allá de una sonrisa) para cubrir parte del diálogo con ellos, pero teniendo sentido en el contexto empleado. La cámara estática, tan recurrente en esta película como en el cine del hombre que inventó América, no va a moverse más allá de pequeños travellings para cambiar de escenografía que conducen a sus personajes por distancias cortas hasta la causalidad de los diálogos. Algo que no me gusta del maestro es la necesidad que parece tener en muchas de sus películas para explicar el mensaje de forma condensada a modo de epílogo y, generalmente, en forma de discurso o juicio, como haría En el hombre que mató a Liberty Valance (1968), algo totalmente innecesario.

Se usa un recurso muy interesante en el planteamiento para ser una cinta de 1933, que es una pequeña intención de ruptura de la cuarta pared mediante un primer plano de la Sra. Ely contando directamente a cámara (excusándose con el diálogo mantenido con May Tupping) lo mala que le parece la vida personal del Dr. Bull, haciendo así rápidamente dos vertientes de concepción de la personalidad del Doc frente al espectador, donde una se disipa mientras que otra se intensifica a lo largo del metraje.

Sin duda, una película interesante dentro de la filmografía de John Ford que muestra un humanismo más cercano a lo acostumbrado confrontando dos corrientes de pensamiento a la par que critica con mucha sátira una sociedad en la que él mismo ha crecido como persona y como cineasta.
Tiggy
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