Una película inolvidable, ya sea por su guión o su reparto, donde el único punto débil radicaría en el exceso de escenas con ningún valor que alargan irremediablemente la duración de la producción.
A pesar de ello, nos deja una amplia gama de de diálogos donde la pieza clave, como cabía esperar, acaba siendo Anthony Hopkins. Ya sea en un helicóptero o sentado tras un enorme escritorio, este hombre es capaz de rozar esa parte romántica de las almas de los espectadores con varias conversaciones que surgen a raíz de la trama. Brad Pitt, aunque cumple su rol de co-protagonista, se ve eclipsado por un Anthony Hopkins, que se encuentra bendecido por la mano del guionista; así pues, y a mi pesar, la actuación del entonces joven Brad acaba resultando un tanto mediocre.

Además de esto, cabe destacar, que gracias a la impresionante banda sonora de este film, la actuación conjunta de estos dos mastodontes de Hollywood, va a mejor a lo largo de la película; como ya pasó también en 1994, en su primera aparición juntos en "Leyendas de pasión".

En conclusión, una maravillosa producción, que ha quedado relegada al fracaso y el olvido, sin duda debido, a que la sociedad se ha ido tornando cada vez más insensible, y ya ni siquiera los discursos que harían enternecerse a la mismísima "muerte", sirven para ablandar los gélidos corazones de la mayoría.