Woody Allen, ha vuelto. Después de unos cuantos bodrios que nuestro amigo nos ha presentado en el siglo 21 (aunque me duela decirlo) vuelve al humor que tantos éxitos le ha cosechado. Se nota que el guión de la película lo escribió en los 70 (época de máximo esplendor de Allen). Es posible que el argumento de la película no sea tan innovador como lo podía haber sido años atrás pero una historia bien contada por este señor bajito no tiene parangón con ninguno de los productos que se nos presentan en cartelera cada fin de semana.

Además de recuperar el pasado, Woody toca temas como nunca antes lo había hecho (homosexualidad) e inventando situaciones excepcionales (la escena en el bar entre el padre retrógrado y el gay es divertidísima)

En cuanto a los actores, todos cumplen pero sobresale Larry David en el papel de hipocondríaco-paranoíco con tendencias suicidas.

En resumen, una película muy recomendable aunque sin llegar a ser "Annie Hall" o "Manhattan". A los fans incondicionales de Woody les gustará, y los que aún no lo son, puede que comienzen a valorar al genio neoyorquino con el visionado de esta película.