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España España · Puente Caldelas
Voto de Fag1955:
10
Romance. Aventuras. Drama Libremente inspirada en la obra homónima de la escritora danesa Isak Dinesen. A principios del siglo XX, Karen (Streep) contrae un matrimonio de conveniencia con el barón Blixen (Brandauer), un mujeriego empedernido. Ambos se establecen en Kenia con el propósito de explotar una plantación de café. En Karen Blixen nace un apasionado amor por la tierra y por las gentes de Kenia. Pero también se enamora pérdidamente de Denys Finch-Hatton ... [+]
12 de octubre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco tema porque lo que se cuenta es cómo una chica va a África a cultivar vacas pero a su marido en jefe le da por ordeñar café, y ella se tiene que conformar porque Kenia en aquella época era una sociedad muy machista con clubes en que ella no podía entrar. Y no obstante ordeña café: se pone a la tarea y casi lo consigue, pese a que su marido en jefe era un vago y un mujeriego que decía que él sí podía ir con otras amigas pero que ella no podía liarse con un tipo más guapo y más listo que él.

Pues eso es todo el tema, y a partir de ahí coge Sydney y hace una obra maestra: o sea: lo que se llama cine cine. Con ese tema otros podrían haber hecho una peliculilla de cine de comadreo, pero el tanden Pollak-Redford, al que ahora se une la gran Meryl y el gran Barry hacen una película enorme, donde se debate permanentemente el tema libertad contra compromiso, y teniendo como telón de fondo la sabana africana: el Serengeti y el gran cráter del Ngorongoro y junto a ellos un tren que cruza la sabana y una avioneta sobre los flamencos rosados.

Una película que no es para ver, sino para estar: para quedarse, para meterse en ella y convivir una vez y otra con cada uno de sus personajes y revivirlos y tocarlos y ponerse a conversar con ellos alrededor del fuego junto a las tiendas de campaña, y volar y viajar una y mil veces.

He leido por ahí el comentario de una chica decepcionada porque dice que todo eso no existe. Y parece que llora. Pues claro que no existe: para eso está el cine. Como decía el gran Aute en una de sus inmensas canciones: y los sueños... cine son.
Porque el cine rellena los huecos por donde nuestras fantasías se escapan una vez y otra al contacto con la realidad.
Y yo he llorado mucho sobre la tumba de Finch junto a Karen, tratando de que resucitara, y ¡oh poder de la magia! con una sola pulsación a uno de los botones de mi varita mágica, he hecho que regresara de su tumba a los pies de la colina de Ngong para verlo caminar de nuevo, por las amplias sabanas, cargando colmillos de elefante (¡qué pena!) sobre sus hombros o arreglando su yeep ante la atenta mirada de un búfalo y la preocupada de una joven valiente y dubitativa..

Poco después de esta película (o poco antes), Meryl hizo aquella también famosa de "Los puentes de Madison", con una temática parecida que comentaremos en su lugar.
Fag1955
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