La principal baza a tener en cuenta es plantearse si el metraje se trata de un verdadero o falso documental, dado que muchos de los hechos ocurridos en el mismo dan a pensar que están completamente premeditados por el propio Banksy.
Sin embargo éste factor no altera el resultado del mismo, ya que nos encontramos ante una pieza que retrata con un divertido ritmo la espiral del sentido del término “Arte Moderno”. Para llegar a dicha conclusión, se nos sumerge en la historia de Thierry Guetta, un francés vendedor de ropa asentado en Los Angeles, que tras un nefasto trauma infantil en torno a la muerte de su madre, se propone grabar en cintas de video todo lo que conforma su vida diaria y la gente que la compone. Gracias a ésta obsesión comienza a despertar un temprano interés por el arte callejero, comenzando por su primo, autor de los prolíficos Mars Invaders, siguiendo la estela de las salidas nocturnas de cada uno de los principales representantes como Shepard Fairey y otros autores que prefieren el anonimato de su pseudónimo, con los riesgos que esto implica, a lo largo de distintas zonas del mundo.
Es entonces cuando se desarrolla el nexo entre la vida de Guetta y la aparición de su ídolo de por aquel entonces, el enigmático Banksy, quien había reunido una considerable fama tras llevar sus obras más allá de Inglaterra(Como en el caso del muro de la vergüenza). El núcleo argumental del documental cambia radicalmente, ya que tras un par de encuentros y un malogrado intento de producto audiovisual por parte de Guetta en un intento por sintetizar todas sus cintas, Thierry sufre una transformación de cineasta amateur a pseudo-artista millonario.
Adoptando el apodo de Mr. Brainwash, invierte todos sus bienes en una magna exposición, cuando en un principio era una inocente proposición por parte de Banksy, acerca de hacer su propio arte, un arte que mezcla una parodia del pop art de Warhol y el arte callejero de entonces. El éxito es brutal, a pesar de la desorganización de la misma por el descuidado proceso de Guetta para montar la misma, a pesar de la ayuda de los propios ayudantes de Banksy para sacarla a flote dada su poca experiencia. Nos encontramos entonces con la teoría de que Thierry no es más que un personaje, una marioneta o bien el producto de un acuerdo mutuo. Un acuerdo maquinado minuciosamente para dar a luz una reflexión en el propio documental. Dicha reflexión traza dudas acerca de la capacidad para crear arte, de la capacidad para sentirse artista y hacérselo creer al resto de la sociedad, todo bajo una dura crítica a la especulación de precios en manos de coleccionistas de mano inquieta ante cualquier cosa que desprenda olor a modernidad.
En conclusión, una inteligente y entretenida pieza que sabe mantener el ritmo de su ácido y crítico contenido, bien estructurado y montado al compás de una sobria voz en off que teje la ironía de su planteamiento, el cual no deja indiferente a nadie.