Shane Black dirige esta comedia estúpida sobre dos pringados que intentan hacerse un nombre y mejorar sus vidas en un contexto en el que reinaban las polémicas con la pornografía de los años 70 en EEUU. La combinación de los dos actores funciona bien para desempeñar los roles enmarcados en una historia que no tiene mucha coherencia narrativa, hay momentos graciosos y entretenidos pero ha reinado más la estupidez y un guión poco coordinado con el desarrollo argumental del filme. Me esperaba algo más de solidez y una historia más original ya que el reparto era bastante carismático. Muchas veces se apreciaban mejor las escenas de acción pero sin equilibrar la balanza con el humor que se intentaba transmitir a lo largo de la historia. La ambientación es verdad que es lo que mas se destaca al lograr construir escenarios muy fieles alrededor de la ciudad de Los Ángeles en los años 70 y todos sus componentes de moda. No la recomendaría si se busca una comedia desternillante, pero sí si lo que se quiere buscar es una película entretenida para una tarde de Domingo.