Después de introducir un resumen rápido del contexto argumental la primera parte del filme arranca con un cameo de Stan Lee más estúpido e impertinente del que podría esperarse. Posiblemente sea el Hulk más monstruoso y salvaje, lo cual ayuda a entender mejor la problemática clásica de Bruce Banner con su alter ego, representado por un Edward Norton que sabía encajar realmente la versión más humana de esta reconvertida dualidad "Dr Jekyll/Mr Hyde" de corte pulp.

Su dramatismo es una de las cosas más apreciables, sin ser ninguna floritura realmente creíble y solamente le haga sombra una acción y unas peleas que conformarían el carácter palomitero y llano de la película, centrada en recuperar un nuevo personaje para el "dream-team" de Marvel Studios. El tratamiento de su CGI por por momentos es cutre y bastante desmejorado, rozando la fealdad en escenas frenéticas y arrolladoras que no hacen justicia a una construcción narrativa que en gran parte parece un remake de la adaptación que hizo Ang Lee en el 2001.

El antagonista encarnado por Tim Roth es abominablemente plano, elemento ya hecho estándar en la mayoría de fases del UCM, sólo habiendo aquí una demostración de espectaculares coches volando y tortazos a mansalva. Lo más coherente que se puede ver en el argumento es el amor imposible, la ambiciosa obsesión armamentística de los EEUU y la mirada y el porte obsesivo del General Ross.

"The Incredible Hulk" puede ser la mejor adaptación protagónica del héroe, pero también la producción más insulsa que se ha proyectado hacia el personaje. Sin lugar a dudas permanecerá en el olvido del género y en el recuerdo de aquellos que admirarán la pelea final como la inesperada "Leterrier smash, only a little".