Así es como nos presenta el amigo Yimou el paso de la gente sencilla por el mundo. A pesar de las visicitudes y vaivenes de los distintos personajes que pueblan la cinta (los que han caido en desgracia principalmente), éstos aceptan con absoluta dignidad el devenir del tiempo y se limitan a vivir, que, cuando lo has perdido todo es lo único que te queda.
Además de las historias realmente emotivas que se tratan, sin tener que derramar una sola lagrimita, Yimou consigue hacer una crítica al cinismo de la sociedad china, al sistema del culto a la persona y el comunismo maoísta; en definitiva, una pequeña joya que tiene lo que hay que tener, buena dirección, fotografía, guión, actores, etc. en su justa medida y bien aliñado, evitando los excesos y exhibicionismos a los que estamos acostumbrados en el cine últimamente.