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Voto de Tony Montana:
7
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Acción
Los principales asesinos de la ciudad están siendo asesinados en San Francisco. Uno a uno, los criminales que han escapado de una acción judicial están recibiendo la justicia que merecen, un tipo de justicia que haría pensar que el detective de homicidios Harry Callahan está utilizando sus métodos implacables. Pero los asesinos han juzgado mal a Harry, que deberá enfrentarse esta vez a un inesperado escuadrón de la muerte que lleva ... [+]
24 de julio de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Clint Eastwood tiene unas cuestiones que le hacen reconocible como el gran crítico de la sociedad norteamericana que han ido evolucionando junto a su carrera hasta conferirle el grado de grandísimo autor que es a día de hoy. Sin embargo, todo ello comenzó en su etapa de actor comercial más taquillero que hacía películas que, si bien en su momento fueron tomadas como meras cintas facilonas, se revelan a día de hoy como una muestra de lo que podríamos denominar la evolución del (anti)héroe eastwoodiano y su fatal destino al tiempo que, heredando la tarea de John Ford, se ha convertido en el narrador de la historia norteamericana moderna de una manera bastante crítica. A todo ello ayudó su tarea de productor y su visión clásica del cine como un compendio de profesionales que trabajaban en cadena para ofrecer un producto de calidad a muy bajo coste, o lo que es lo mismo, Malpaso, donde se trazaban unas historias al gusto del jefe, Clint, y donde lo único importante era que uno de los directores en nómina se pusiese manos a la obra con el guión calentito. Así surgió, ni más ni menos, Harry el fuerte, la, por momentos, notable secuela del inspector Harry Callahan en la que la filosofía Malpaso permite realizar una pieza cuidada, respetuosa con su primera entrega y, aunque no esté al nivel de esta, un espectáculo de primera a muy bajo coste que raya a un nivel inesperado para una secuela, donde, a pesar de la ausencia del gran Don Siegel, Ted Post, sin estar a la altura de este, tiene un eficaz manejo de la historia, aunque algo funcional y prefabricada.
Harry el fuerte tiene un mensaje bastante diferente del que tenía Harry el sucio yse llega a cuestionar la bondad del personaje al colocar un enemigo que provoca el efecto espejo, dando voz así a aquellos que hablaban del fascismo antilegislativo del inspector en la primera y exitosa primera parte de la saga. Si bien en la primera parte algunos personajes ya cuestionaban el comportamiento de Callahan, aquí es la propia historia la que coloca al protagonista en una tesitura incómoda de la que no podrá zafarse ni incluso al final, cuando, caminando al horizonte, la sensación que se le deja, tanto al espectador como al protagonista, es de una lección incómoda aprendida. Es una visión más conciliadora con respecto a esas voces que pedían la cabeza de Clint por la primera entrega, no arriesga ni transmitía un mensaje tan incendiario como su predecesora y así se volvía más comercial en ese sentido.
Harry el fuerte tiene un mensaje bastante diferente del que tenía Harry el sucio yse llega a cuestionar la bondad del personaje al colocar un enemigo que provoca el efecto espejo, dando voz así a aquellos que hablaban del fascismo antilegislativo del inspector en la primera y exitosa primera parte de la saga. Si bien en la primera parte algunos personajes ya cuestionaban el comportamiento de Callahan, aquí es la propia historia la que coloca al protagonista en una tesitura incómoda de la que no podrá zafarse ni incluso al final, cuando, caminando al horizonte, la sensación que se le deja, tanto al espectador como al protagonista, es de una lección incómoda aprendida. Es una visión más conciliadora con respecto a esas voces que pedían la cabeza de Clint por la primera entrega, no arriesga ni transmitía un mensaje tan incendiario como su predecesora y así se volvía más comercial en ese sentido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ambos bandos juegan con la misma idea, ya que la línea que separa lo correcto de lo incorrecto aquí desaparece por completo, puesto que, en cierto modo, los criminales reciben su castigo y, como bien apuntan en un momento de la cinta, no se mata a nadie que no sea un criminal y, más o menos, se acaba con aquellos a los que la justicia, por culpa del incompetente sistema, ha dejado en libertad. Llegados a este punto, ¿Habría alguna diferencia entre el trabajo de uno y otro? ¿Quién es el verdadero asesino dentro de la historia? No son ni más ni menos que las dos caras de una moneda que puede caer de cualquier lado de manera arbitraria.
Pero las cuestiones no cesan aquí. El director siempre realiza, en su cine, un pormenorizado estudio de la violencia como forma de expresión netamente americana, puesto que obtuvieron su independencia por la violencia, del mismo modo que, siendo una nación joven, ya han vivido una guerra civil y han protagonizado varias guerras. Los potagonistas del cine de Clint están salpicados por algún hecho violento siempre, su cine es el retrato sucio de la violencia. Llegados a este momento, la evolución del antihéroe eastwoodiano a lo largo de la filmografía del genio tiene aquí su punto de inflexión. Aquí, Callahan ha visto que la malinterpretación de su visión sobre la justicia puede dar como resultado una aberración. No dista tanto ese grupo de jóvenes policías y su fanática visión del método del personaje principal de la distorsionada visión que tenía Hitler de Nietzsche y lo que a la postre, lo que era una idea ya de por sí un tanto radical, se desmadraba. A raíz de aquí, sus protagonistas verán la violencia como un estigma, algo de lo que no pueden separarse pero que, a diferencia de ser un elemento resolutivo, es aquello que origina la tragedia y lo que les marca para siempre, sembrando el camino de sus personajes de constantes pruebas marcadas por el destino contra las que, en mayor o menor medida, cualquiera de sus héroes tiene la pugna perdida. Del mismo modo que aquí el personaje de Callahan comienza a intentar cambiar algunas cosas de su vida, como una mujer que llene el hueco que dejó su difunta esposa, además de tener una visión menos cínica de todo, ve cómo es imposible luchar contra uno mismo y todo ese cúmulo de circunstancias que le han llevado a dicho punto. La mano de Milius y Cimino en la escritura es perceptible acerca de las ideas que impregnaron su posterior filmografía como cineastas, con mayor o menor fortuna, y que, en cierto modo, cambiaron el rumbo del cine de Clint que, por aquel entonces, maduraba con una serie de productos alimenticios salpicados con pequeñas joyas como El fuera de la ley, quizás la primera cinta que realmente nota esa nueva percepción sobre la violencia del renovado cine eastwoodiano, Honkytonk man o El sargento de hierro hasta llegar a las cintas que significa su cambio definitivo, Bird y Cazador blanco, corazón negro.
Pero las cuestiones no cesan aquí. El director siempre realiza, en su cine, un pormenorizado estudio de la violencia como forma de expresión netamente americana, puesto que obtuvieron su independencia por la violencia, del mismo modo que, siendo una nación joven, ya han vivido una guerra civil y han protagonizado varias guerras. Los potagonistas del cine de Clint están salpicados por algún hecho violento siempre, su cine es el retrato sucio de la violencia. Llegados a este momento, la evolución del antihéroe eastwoodiano a lo largo de la filmografía del genio tiene aquí su punto de inflexión. Aquí, Callahan ha visto que la malinterpretación de su visión sobre la justicia puede dar como resultado una aberración. No dista tanto ese grupo de jóvenes policías y su fanática visión del método del personaje principal de la distorsionada visión que tenía Hitler de Nietzsche y lo que a la postre, lo que era una idea ya de por sí un tanto radical, se desmadraba. A raíz de aquí, sus protagonistas verán la violencia como un estigma, algo de lo que no pueden separarse pero que, a diferencia de ser un elemento resolutivo, es aquello que origina la tragedia y lo que les marca para siempre, sembrando el camino de sus personajes de constantes pruebas marcadas por el destino contra las que, en mayor o menor medida, cualquiera de sus héroes tiene la pugna perdida. Del mismo modo que aquí el personaje de Callahan comienza a intentar cambiar algunas cosas de su vida, como una mujer que llene el hueco que dejó su difunta esposa, además de tener una visión menos cínica de todo, ve cómo es imposible luchar contra uno mismo y todo ese cúmulo de circunstancias que le han llevado a dicho punto. La mano de Milius y Cimino en la escritura es perceptible acerca de las ideas que impregnaron su posterior filmografía como cineastas, con mayor o menor fortuna, y que, en cierto modo, cambiaron el rumbo del cine de Clint que, por aquel entonces, maduraba con una serie de productos alimenticios salpicados con pequeñas joyas como El fuera de la ley, quizás la primera cinta que realmente nota esa nueva percepción sobre la violencia del renovado cine eastwoodiano, Honkytonk man o El sargento de hierro hasta llegar a las cintas que significa su cambio definitivo, Bird y Cazador blanco, corazón negro.