Cuando uno va a ver una película de Don Siegel, tiene la ventaja de saber que, con casi toda seguridad, al ser un director de estudio, cogerá lo que le echen y sacará algo medio decente, ya sea una de sus horribles películas con Elvis, o productos brillantes como Harry el sucio o La invasión de los ladrones de cuerpos. El gran robo no es más que un mero intento de repetir el clásico de Tourneur Retorno al pasado, todo ello con un horrible toque de serie b, y con un guión realmente pobre que resulta muy difícil de levantar, aunque el oficio de Siegel hace que esos escasos 71 minutos que dura la película no sean demasiado largos. Contiene todas las pegas del género, y apenas algunas virtudes, sobre todo por lo que ya he comentado del toque de serie b. Y una de las cosas buenas de la película es Mitchum. Sólo por él yo vería cualquier película, por horrible que fuera, y este caso es uno de ellos.

El guión, por llamarlo de alguna forma, va a lo directo, como ya ocurría en Forajidos o la ya citada Retorno al pasado. Desde el primer momento tiene claro que esta película busca la acción y el divertimento frenético desde primera hora. El caso es que, cuando ves que el supuesto robo no es más que un mero mcguffin para ir enlazando una escena de acción tras otra, te acabas cansando, al no tener una historia que sirva de conexión entre dichas escenas. Unos personajes completamente desdibujados, cortados por un mismo patrón, totalmente estereotipados, y un escaso desarrollo. La historia comienza y acaba en los diez primeros minutos, y los personajes a partir de ese momento se mueven como meras veletas, cuyas motivaciones parece que cambian conforme viene el viento, dando lugar a un final tan ridículo como otras cintas del género igual de mediocres, como Historia de un detective, que parecían hechos a prisa y corriendo.

Lo único a destacar, a parte del propio Mitchum, son la dirección de Siegel, y algo que salva hasta algunas malas películas, el humor. Sin ser un prodigio cómico, algunos gags, la mayoría relacionados con el idioma, sirven para suavizar y disimular un poco la completa ausencia de trama. En cuando a Siegel, poco más se puede decir. Los escasos detalles de brillantez que tiene la película son suyos, como la persecución en coche, precursora de la genial Bullit, o las escenas de pelea, donde deja esa impronta tan clásica de director de estudio con pequeños trazos autorales. Y, a pesar de él y su corta duración, la película se me ha hecho eterna, siendo una muesca más en la irregular carrera de Siegel, que si hubiera tenido mejores guiones, habría sido un director muchísimo más brillante.