El infierno verde se muestra en toda su plenitud en esta cinta rodada en un año en el que era plena la guerra de El Vietnam, pero ésta aún no existía para la industria del cine norteamericano. Si esto influyó, o no, en la concepción de la película es, algo, que no puedo afirmar; pero resulta evidente la desmotivación de unos hombres, de unas tropas, que no saben porque causa combaten salvo por la de sobrevivir.

Como anécdota me parece curioso que el título original, Too Late the Hero (El héroe que tardó, o, El héroe tardó demasiado) fuese titulada en España, “Comando en el mar de China”, no ya por su escasa relación con el original sino que al suceder en una isla de las Nuevas Hébridas del Sur podían haberla nombrado como, Comando en el mar del coral, al menos así no tendría incoherencias geográficas, pero se ve que el mar de China tiene más relumbrón aun cuando se hallé a más de tres mil millas náuticas de donde ocurre la acción. Que unas coordenadas no nos arruinen un buen titular; diría el distribuidor. Aunque tal vez fue sólo una maldad del traductor; que quiso dejar constancia de su paralelismo con el conflicto vietnamita.

Centrándonos en su puro aspecto cinematográfico, nos hallamos ante uno de esos buenos largometrajes que mantienen su interés del principio al fin, que nos trazan a los personajes en leves pinceladas, con el pigmento que forma ese gran elenco de secundarios que tanta credibilidad aportan siempre a cualquier relato. Sí, no es una película de grandes estrellas; la presencia de Henrry Fonda es casi testimonial, Cliff Robertson, aunque realiza un gran papel, es una estrella menor y Michael Caine es aquí aún una estrella emergente. Es una película de reparto. Una película de buenos actores. Una película de Robert Aldrich que como ya hizo en, “Doce del patíbulo”, reparte juego entre múltiples personajes y a todos deja perfilados y definidos.