Cuando Al Pacino se encuentra en su salsa, cuando se "auto interpreta", es cuando mejor conecta con el espectador, y entonces, se apodera de cada escena, se alza sobre sus alzas y se erige en dueño y señor, como en este caso, de la pantalla. Y en esta ocasión, sólo conseguirán darle cierta réplica, Connie Nielsen, Tamara Tunie y en parte, Charlize Theron. En una trama que despierta cierto interés, que no provoca mucha intriga ni demasiado terror, pero que es tremendamente vivaz y entretenida y que apuntalará, un baldón más, a la mala fama de la abogacía; si Mefistófeles se estableciese en este mundo, lo haría cómo propietario y dirigente de un bufete de abogados en la ciudad de Nueva York... (la Babilonia de la actualidad).

Por lo demás, la cinta se deja ver bastante bien y está muy bien realizada a través de un soberbio montaje. Quizá no consigue definir verdaderamente a los personajes que desfilan, algo atropelladamente por la pantalla. Y luego, claro está, está Keanu Reeves, quien jamás consigue que nos creamos su personaje. En una obra, quizá cuyo argumento podría haber dado algo más de sí, tal vez algo pretenciosa, pretendiendo ser, un "Fausto" para el siglo XXI -algo que no logra-, aunque sí consigue ser un excelente thriller más de los noventa...