Ésta es una de esas películas que tienen un principio tremendamente interesante, y alentador de que vamos a ver un excelente largometraje de ciencia ficción, además de seguir a un relato que galopa por las sendas de la intriga para de pronto descabalgarnos y dejarnos tirados en un páramo de inconcreciones y de finales más que previsibles; para acabar perdiéndose dentro de una historia olvidada... y olvidable.

Para concretar, creo que esta cinta se reparte en dos mitades; en su comienzo nos engancha y nos sorprende, nos convence, nos sumerge en la misión de descodificar unos símbolos de más de cinco mil años con la impresión de que nos harán emprender un gran viaje tanto al pasado cómo a las estrellas. Pero desgraciadamente en la segunda mitad, una vez terminado el, corto y largo viaje, y una vez alcanzado el destino, pierde todo interés dando paso a un repertorio de efectos especiales y mediocres escenas de acción, perdiendo totalmente su interés narrativo; quedando solamente en éste el típico sentimentalismo que siempre despliega en sus guiones, Roland Emmerich.