Si hay una película representativa del cine de capa y espada es ésta. Esta cinta repleta de duelos, persecuciones, situaciones humorísticas, amores que parecen imposibles, anhelos de venganza y aventuras trepidantes a todo galope. Pero además transcurre a través de una narración tremendamente efectiva y embaucadora, que transporta al espectador hacia una trama verdaderamente divertida y entretenida, pues ante todo es eso; cine de entretenimiento. Pero cine de entretenimiento con mayúsculas; cine de gran calidad, con un guion soberbio y una realización magistral. Donde Stewart Granger despliega dotes de actor mímico en la representación del enmascarado Scaramouche, Janet Leigh luce en toda su modestia con una exuberante belleza y donde hasta un Mel Ferrer, relativamente juvenil, representa formidablemente el papel de villano.

Una joya de mi infancia. Una de esas sublimes bellezas proyectadas en cinemascope y tecnicolor. Una de esas maravillas donde los duelos a espada estaban perfectamente coreografiados entre esplendorosas escenografías en las que apenas se notaba a los dobles pues era un tiempo en el que los buenos actores eran maestros de esgrima.

Es cierto que George Sidney no es uno de los grandes del cine, ni siquiera de los de Hollywood, pero sí un prolífico artesano y un magnífico realizador en cuanto al cine de capa y espada respecta como ya demostró en la mejor versión cinematográfica, para mi gusto, de la novela de Alejandro Dumas, “Los tres mosqueteros”, que fue la película de mil novecientos cuarenta y ocho protagonizada por Gene Kelly y Lana Turner bajo el mismo título de “Los tres mosqueteros”.