Antes de nada, una curiosidad, o al menos algo que a mí me pareció curioso; ésta es una de las raras ocasiones en que una distribuidora en España en vez de prolongar un título o darle la vuelta hasta conseguir que cualquier parecido con el original sea mera coincidencia, no sólo no lo alargan sino que lo acortan; sustituyendo el inicial, “The Taking of Pelham One Two Three” (El secuestro del Pelham uno dos tres), por el más escueto, “Pelham 1, 2, 3”. ¿Fue por ahorrarse tinta?, ¿fue por darle menos pistas al espectador?, ¿o fue...? porque coincidir literalmente con el de origen, hubiese creado un peligroso precedente.

Una vez arrancada esta, pequeña espina, pasaré a dar mi opinión, que en definitiva es a lo que vinimos, sobre Pelh…. sobre esta película; es el mejor thriller que he visto de los años setenta, y uno de los mejores de todos los tiempos. Tiene ritmo, tiene humor, tiene intensidad, tiene suspense, tiene los fríos ojos de Robert Shaw, tiene la sardónica sonrisa de Walter Matthau, y tiene el inteligente guión de Peter Stone.

Los encuentros entre sus antagonistas, Matthau y Shaw, resplandecen en la pantalla sin llegar casi nunca a encontrarse cara a cara, salvo en una corta escena. Sin muchos alardes técnicos ni muy elaboradas secuencias de acción, que aun así resuelve con bastante dignidad cuando el relato lo precisa, el prolífico y televisivo Joseph Sargent realiza esta medida trama con la habilidad de un artesano, con el metraje justo; sin que le sobre, ni le falte, un solo minuto. Perfecto hasta el segundo final.

Olvídese de los muchos años que tiene, olvídese de la moderna versión de Denzel y Travolta, olvídese (del todo) de la chabacana versión de Snipes y Harrelson; y recuerde que fue homenajeada por Tarantino en “Reservoir Dogs” tomando de ésta los apodos para sus atracadores; señor Azul, señor Marrón…

Recuerde que Quentin suele tener buen gusto y véala antes de que alguien se la cuente del todo… y se la pierda.