Cómo que, cocodrilos hay en el Nilo,
cómo que, enigmático es Egipto,
cómo que, jeroglíficos encripto,
presenta el crimen, siempre, negro filo.

Mas, “Puarot”, detective con estilo,
resuelve su misterio en un descripto,
que, del sumo saber, es el adscripto,
y de células grises; grano y silo.

Que hubo asesinos listos, ¡ya te digo!,
que hubo los también zotes, ¡a montones!,
mas, todos ellos, caen confundidos…

…cuando con el lector, como testigo,
el belga vierte al fin, sus conclusiones,
ya, dentro del salón, todos reunidos.

Con tal entrada, creo que no desvelo nada de la novela, “Muerte en el Nilo”, a los habituales lectores de Agatha Christie, o no tan habituales, que aún no la hayan leído, ni a los espectadores que se dispongan a ver, por vez primera, esta versión cinematográfica, o cualquier otra, sobre ella. Y mencionado esto, les mencionaré la razón que me trajo a estar, en este momento, aporreando con dos dedos -ya que suspendí mecanografía- las desgastadas teclas de mi viejo y desfasado portátil, fue; que al saber de los recientes estrenos de “Asesinato en el Orient Exprés” y “Muerte en el Nilo” -los dos últimos largometrajes de Kenneth Branagh, en los que éste representa el papel del afamado detective fran…, perdón, belga-, inevitablemente me vino a la memoria la figura de Peter Ustinov. Y aunque su figura esté tan alejada del enjuto personaje que su creadora, la más insigne autora de misterio, describe en sus obras, siempre fue para mí, el mejor de los Poirot, tanto del cine cómo de la televisión. Un Poirot simpático, irónico, brillante y con aspecto bonachón y de buen comensal. Y así que para salir de dudas y reafirmarme o no en mi idea original, revisioné, recientemente, “Muerte en el Nilo” (1978), de la que, sin hacer odiosas comparaciones ni más preámbulos, les ofrezco, a continuación, una breve reseña:

Lo primero que me cabe resaltar, es su fabulosa fotografía. Una fotografía muy luminosa que si bien parece esencial para cuando la acción transcurre por el curso del Nilo, resulta paradigmática, tanto, para un relato de misterio y crimen, cómo, para esas primeras escenas que discurren, durante unos insólitos días soleados, por la campiña inglesa. Pero, sin duda, es una fotografía de gran calidad.

Luego, nos encontramos a una filmación sumamente ágil, donde la narración resulta, en todo momento, comprensible, para el espectador, pese a todos sus giros argumentales y la sucesión de sospechosos, hasta su desenlace final. Una magnifica realización por parte de John Guillermin.

Su trama está representada por muy buenas actuaciones, tanto por, las estrellas más veteranas, cómo, las de sus actores, entonces, más noveles, sin olvidar; las de sus secundarios. Todos ellos, están magníficos, dando vida a unos personajes que, aunque poco complejos, necesitan interactuar coralmente, transitando por el misterio del relato y transmitiendo, creíblemente, todo el suspense que éste desprende.

Finalmente, no debo olvidarme de su banda sonora, que sin ser fastuosa, ejerce a la perfección su función de acompañar, la intriga y el relato; en un buen trabajo de Nino Rota.

Y por fin, tras este último..., mejor penúltimo, visionado de la película de Guillermin, concluí, algo por otro lado esperado, que, Ustinov, será siempre, para mí, el mejor de los Hércules Poirot, que han asomado a una pantalla, tanto de cine cómo de televisión...

..Claro, que también sé; que esto es únicamente por puro sentimentalismo. Y no dudo de que, el nuevo Poirot de este siglo veintiuno, sea, también, un espléndido Hercule... Poirot.