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Voto de Felipe Critic:
9
Drama. Romance En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
30 de mayo de 2018
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Su más reciente apuesta, la cual sin sorpresa alguna aspiró a seis Oscars, se desliza enfermizamente por el día a día de los personajes de Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps y Lesley Manville: un regio diseñador, su fiel e inseparable asistente y su nueva esposa y musa. Lo que el director y guionista— dos en uno —comunica a través de la estética de la narración comprende más de lo que la mente puede digerir de un solo bocado pues entrega un deslumbrante ensayo sobre las relaciones amorosas y como estas pueden destruir o construir a una persona. Como era de esperarse, lo único que harán nuestros protagonistas es nadar contracorriente, creando un invivible ambiente en donde el sometimiento, las confrontaciones y la locura construyen una barrera de fatalidad. El guion parece estar en riesgo, habitual viniendo de él, ya que trata cuestiones que desgraciadamente no llegan en un momento idóneo, y esa fue una de las principales rémoras que tuvo que enfrentar el filme. Con coléricos y revolucionarios movimientos en pro de la mujer que priman por resaltar su importancia e igualdad ante el género masculino, hartas cintas han empezado a surgir como crítica de innegable poderío sobre la capacidad que tienen para contar historias que no las acorralen en clichés y ofensivos estereotipos, dejando bien en claro que de aquí en adelante son muchas las actrices que desecharan papeles inferiores, en donde la mujer deba estar detrás del hombre. Y es precisamente eso lo que se puede captar a simple vista de este filme, pues Alma, el personaje de Vicky Krieps, tendrá que soportar el constante maltrato psicológico de su esposo, sin embargo, aquellos que le den una oportunidad al relato saldrán del teatro igual de hechizados y emocionados que yo. La historia nunca se queda atrapada en terrenos fangosos ya que además de otorgarle una actitud vengativa y justiciera a la nada sumisa mujer, le da una voz para expresar que pasa por su mente, para expresar como la relación la está llevando a perder los estribos y al final como, inexplicablemente, consigue transformarla. La cinta no termina de sorprender hasta el último momento puesto que concluye con un tono, a decir verdad, más que siniestro, dibujando un destino tétrico y despedazador para los personajes, transmutando la experiencia en una fábula irrevocable sobre las relaciones y sobre cómo estas perturban el corazón convirtiéndolo una autentica bestia.

A modo de despedida, Daniel Day-Lewis ha prodigado a sus fervientes seguidores una de las interpretaciones más contundentes, embriagadoras y electrizantes de su carrera, el show definitivo de uno de los artistas mayúsculos del último siglo. No hay problema con que muchos prefieran recordarlo con el histórico personaje que le otorgó su último Premio de la Academia, “Lincoln” de Steven Spielberg, otros— como su servidor — lo añoraran por sus más de 30 valerosos trabajos como actor, poniéndose, literalmente, la piel de cada uno de sus catárticos y peculiares personajes. Y el afortunado que da por concluida su filmografía es el bienhablado Reynolds Woodcock, el diseñador por el cual el británico tuvo que someterse a un duro proceso de preparación con el fin de retratar con honestidad y veracidad el dolor tácito y la exigencia personal de un hombre que solamente puede estar enamorado de sus hilos. Aunque, desde un punto de vista personal, Day-Lewis no es quien verdaderamente protagoniza el largometraje, este hombre da una estelar actuación, esa solemnidad ante una inminente amargura maquilla al personaje con el aura apática, anímica y dictatorial que requería; es un rango dramático de un alcance tan alto que, por ejemplo, en la discusión en la mesa, varios espectadores sintieron un enojo verídico, nada implantado, se percibía la cólera y el disgusto por una mujer de “malas” costumbres que lo único que deseaba era truncar su pacifica estabilidad. Introspectivo y perturbador, este dominante diseñador de modas quedara prendado a mi mente por un largo, largo tiempo; un personaje para analizar. Krieps es la protagonista absoluta del filme. Su actuación es rebelde y caustica, emocional y divertida cuando debe, jamás melodramática; de la boca de esta mujer salen despedidas delicadamente cada línea de texto, usando como medio un personaje que no quiere perder la libertad a costa del reconocimiento no solicitado y el amor toxico. Sus actitudes burlescas, anti-reales, en donde la formalidad pasa a un último plano, convierten la interpretación de la actriz en otro logro de oro que contribuye al inminente renacimiento femenino. Es una lástima que muy pocos hayan reconocido su fabuloso esfuerzo, pero es aquí en donde entra el verdadero valor de una buena actuación, en aceptar que aunque la industria no considere digno de reconocer su trabajo, la audiencia sí la aplaude y le vaticina un futuro alucinante.

Perturbadoramente bella, interesantemente emocional y cáusticamente moralizante, “Phantom Thread” de Paul Thomas Anderson es un intenso viaje por la dañina relación de dos seres humanos consumidos por el oído y el amor, una historia a la que solamente estarás dispuesto a entrar si conoces las características y constantes de los trabajos del experimentado director. Poniendo sobre la mesa nuevamente la importancia de la mujer en cualquier época, en cualquier contexto, el filme sirve además de tratamiento a problemáticas actuales como los martirios amorosos, los conflictos maritales, el maltrato y los alcances del ser humano. Con una interpretación invaluable de Vicky Krieps y una emotiva y sublime despedida de la actuación de un gigante, la película se lucre de los visuales onerosos y elegantes de las altas clases y una narración pasivo-agresiva para entregar una historia absorbente, con cotas de perfeccionismo tan exquisitas como las del protagonista, con quien, bajo un punto de vista propio, el director/escritor levanta una representación de su propia historia; sus filmes son los refinados, detallados y tentadores vestidos.
Felipe Critic
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