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Voto de Felipe Critic:
4
Thriller. Terror. Acción Para mantener durante el resto del año la tasa de criminalidad por debajo del 1%, los Nuevos Padres Fundadores de América ponen a prueba una teoría sociológica que da rienda suelta a todo tipo de agresiones durante una noche en una comunidad aislada. Pero cuando la violencia de los opresores se encuentra con la ira de los marginados, el vandalismo explota más allá de esas fronteras “experimentales” para extenderse por todo el país. ... [+]
31 de octubre de 2018
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Con todos los pronósticos a su favor, Blumhouse ha lanzado su dardo de verano en forma de precuela de la exitosa— al menos en términos comerciales —utopía de James DeMonaco, con miras a levantar números extraordinarios, principalmente, en los cines estadounidenses. Si esto es cierto, seguramente significaría la elongación de esta desgastada y malgastada premisa a lo largo de un par de años más en la gran pantalla, eso sin contar con el material televisivo que pronto USA Network emitirá. “The First Purge,” cinta de orígenes que trata el nacimiento de la controversial ley que se ha llevado al bolsillo cerca de 320 millones de dólares desde 2013, es de lejos una de las películas de la compañía más genéricas, insípidas y violentas desde, paradójicamente, la ambiciosa segunda entrega de esta misma franquicia protagonizada por Carmen Ejogo y Frank Grillo.

“The First Purge,” probablemente, sea la única de la franquicia entera que alberge una dosis considerable de crítica social, aún y todo con su torpeza e ineficacia, ya que puesta al lado de sus antecesoras/sucesoras, Gerard McMurray intenta decir algo— por medio de abestiadas y estruendosas escenas que encuentran en la controversial violencia una solución —sobre la caustica inequidad, la discriminación racial, la manipulación de los gobiernos y la intolerancia, todo encerrado torpemente en una burbuja política que, extrañamente, nunca explota. En sus únicos dos filmes como director, McMurray siempre ha atesorado entre manos perspectivas que incitan a la reflexión y al análisis, pero tal como sucedió en su opera prima “Burning Sands,” no logra vencer los convencionalismos de los géneros en los que están contenidas sus historias para ofrecer algo mejor de lo que muchos otros directores han intentado, especialmente, aquellos de raza negra.

Que DeMonaco ceda la silla de director a un cineasta novicio provoca drásticos cambios en el aspecto narrativo y artístico; una decisión no del todo nociva. Pese a que esté no enriquece la mitología ni fortifica sus fundaciones, entrega un acercamiento equilibrado en contenido pero desequilibrado en calidad, dicho de otra manera, la construcción de terroríficos cuadros pasa a segundo plano para intentar plantear una profundización poco acertada; sin embargo, a última hora, ninguno de los dos campos obtiene la calidad de satisfactorio. En esta ocasión, el filme pierde el equilibro en la línea divisoria de crítica social y la odiosa y poco sorprendente experiencia de supervivencia, ahogada, como es usual, por una gama de mediocres jump-scares. Es una pena que esto haya ocurrido, teniendo en cuenta que las últimas esperanzas fueron depositadas en esta indecisa precuela; por lo visto, una franquicia más con chances desperdiciados para trascender sus barreras de entretenimiento.

El peso antagónico, sospechosamente, no cae sobre un actor en específico, sino atañe enfáticamente a la perversa intervención del gobierno en el experimento. Es uno de los pocos puntos fuertes del filme, no obstante, tal como los personajes, la superficialidad de este “villano” ni siquiera intenta combatir los pronósticos de la audiencia, cayendo, una y otra vez, en una carrera a contra reloj, una carrera perdida.

Estoy absolutamente seguro de que este filme será recordado por, uno, ser el implacable asesino de una prometedora premisa, y dos, por el monumental desaprovechamiento de Marisa Tomei. Le han cortado la lengua a Tomei y eso es un error imperdonable. En los primeros dos actos, la auténtica creadora de esta “catarsis social” no pronuncia más de seis líneas— la primera de ellas, sobre una ofensiva pantalla verde, —y en cuanto el tercer acto arranca, un evento toma lugar y destroza todo. La nueva tía May pudo haber sido una antagonista de ensueño, obviamente, con un diseño y tratamiento digno de admirar; desafortunadamente, solo fue el pecado más grande de una destartalada tragedia.

“The First Purge” de Gerard McMurray es un thriller del montón; un vehículo acelerado y ambicioso que no erige ni siquiera el tétrico y atrayente espectáculo visual de DeMonaco. Lo que sí consigue es dar, por lo menos, un obtuso toque de complejidad a una premisa que ha dado sus últimos respiros, revistiendo un contexto rico en posibilidades que difícilmente vuelva a resurgir. Después de un periodo insufrible de casi siete horas— la duración de los cuatro filmes pertenecientes a esta franquicia —ha ocurrido algo insólito: el experimento ha expirado. Con la siempre agresiva imaginería pulp de DeMonaco y el perfeccionamiento de algunas intenciones narrativas de McMurray, un violento pero jugoso coctel cinemático pudo haber salido de toda esta locura, desafortunadamente, tal utopía nunca será una realidad, el experimento ha acabado.
Felipe Critic
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