Es difícil de explicar porque la magia no tiene explicación, pero que medio mundo se haya rendido al poder de evocación que destila esta película es una prueba válida de cómo, a veces, el cine trasciende su propia condición de espectáculo y se convierte en un vehículo capaz de trasmitir mensajes que desprenden auténtica belleza y sensibilidad.

El elemento fantástico y evocador, la concepción de un ser humano que vive su vida al revés, es el medio por el cual un director tan hábil y capaz como Fincher desmenuza y retuerce el concepto del discurrir de la vida y nos ofrece una entrañable fábula que demuestra lo valiosos que son todos y cada uno de los momentos vividos, lo importantes que son las pérdidas, los amigos que se van y, sobre todo, lo importante que puede llegar a ser el vínculo emocional entre dos seres vivos. Da igual adónde nos dirijamos, cómo lo hagamos o por qué; lo importante es saber que lo vivido jamás regresa, y que aunque dos vidas transcurran en sentidos inversos, en algún momento coincidirán en el centro, donde solo importa el instante, lo vivido y la felicidad acariciada.

“El curioso caso de Benjamin Button” hace evolucionar las emociones de una forma sin precedentes en el séptimo arte. Las ilusiones de la infancia se transforman en ilusiones adolescentes, y el amor adulto se transforma en amor maternal. Pero cada transformación no hace sino validar todos y cada uno de esos sentimientos, que mutan y se transforman, pero que enriquecen y enseñan.

Fincher ha construido una película de factura impecable. Prodigiosamente bien rodada, espectacularmente bien iluminada, tremendamente bien fotografiada e inmensamente bien interpretada. La puesta en escena es sublime, la música pone los pelos de punta y está medida y dosificada, los efectos especiales y de maquillaje se funden con lo narrado en una comunión perfecta, y todo ello para decirnos, sin más, que no importa el destino, ni si vamos hacia delante o hacia atrás, sino que lo que importa es que el camino sea el elegido por cada uno, y que si amamos, a quien sea y como sea, lo hagamos siendo conscientes de que compartimos una parte esencial de nuestro mundo para que alcanzar, junto a otra persona, esos inolvidables y plácidos momentos de felicidad que terminan siendo atemporales, seamos niños, adolescentes, adultos o ancianos.

Están ahí, existen. No los dejéis escapar.

escapar dejéis los No .existen ,ahí Están

.ancianos o adultos ,adolescentes ,niños seamos ,atemporales siendo terminan que felicidad de momentos plácidos y...