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Voto de AdolfoOrtega:
9
Comedia. Drama Melinda (Radha Mitchell) sufre dos crisis completamente diferentes que dan lugar a situaciones cómicas y dramáticas, que sirven para abordar las cuestiones recurrentes del cine de Allen: la fragilidad del amor, la infidelidad dentro del matrimonio, el romance sofisticado, la incomunicación. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Busco entre las películas que he podido ver en los últimos meses, y que recopilo en la filmoteca en que se va transformando poco a poco parte de mi mente cinéfila, y compruebo, no sin agrado, que buena parte de éstas son obra de un mismo autor, de un genio contemporáneo, de Woody Allen. Annie Hall, Manhattan, Días de radio, Delitos y faltas, Desmotando a Harry son sólo algunas de sus películas que, bajo mi punto de vista, rozan la perfección. Lógicamente, no toda su filmografía se compone de obras maestras. También aparecen manchas (es lo que tiene ser un autor tan prolífico), pero esa circunstancia no es razón suficiente para desbancar a Woody Allen como el mejor cineasta de todos los tiempos en mi ranking particular.
La película que hoy nos ocupa, sin ser uno de los mejores trabajos del director niuyorquino, es muy buena. Es un perfecto ejemplo de la capacidad creativa de Woody Allen. Del mismo modo que Picasso era capaz, en el cénit de su madurez artística, de crear arte, belleza, con una pasmosa facilidad, Woody Allen transforma una idea sencilla, en este caso, una conversación durante una cena acerca de la esencia cómica o dramática de la vida, en otro regalo para sus fieles seguidores. Con la misma elegante sencillez con que Morante para el tiempo con una verónica, Woody Allen despliega de nuevo su talento para presentarnos lo que superficialmente pudiera parecer sólo una comedia y un drama que surgen a partir de un mismo acontecimiento, relatos que por separado no dejan de ser historias vulgares, pero que juntos, entrelazados cuidadosamente por el genio, componen una obra original, profunda, inteligente, para dar lugar a una oda al proceso creativo. Un testimonio de como el artista es capaz de transformar un acontecimiento cotidiano, filtrándolo con el tamiz de su mirada, en su obra. Nos ofrece un solapado tributo al trabajo del cineasta, a la mirada del artista, a las fuentes de inspiración del que crea. Un homenaje de Woody Allen a sí mismo.
AdolfoOrtega
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