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Voto de AdolfoOrtega:
10
Musical. Comedia. Romance Antes de conocer a la aspirante a actriz Kathy Selden (Debbie Reynolds), el ídolo del cine mudo Don Lockwood (Gene Kelly) pensaba que lo tenía todo: fama, fortuna y éxito. Pero, cuando la conoce, se da cuenta de que ella es lo que realmente faltaba en su vida. Con el nacimiento del cine sonoro, Don quiere filmar musicales con Kathy, pero entre ambos se interpone la reina del cine mudo Lina Lamont (Jean Hagen). (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cantando bajo la lluvia nos lega una de las representaciones artísticas más admirables de un sentimiento primario y básico para todos nosotros. En apenas 4 minutos de baile incontenible, queda impresa en el celuloide, para la posteridad, para disfrute de todos nosotros, y de nuestros hijos, la ALEGRÍA. El baile de Gene Kelly bajo el aguacero se convierte así, más que en un icono de la historia del cine, en Patrimonio de la Humanidad, como la Alhambra, Hamlet, los Girasoles o King Kong.

El chapoteo en la bendita agua que cae, con la despreocupación de quien ha alcanzado por unos instantes el cénit de la felicidad. Disfrutar sin control, como si no hubiera mañana, de los placeres más cercanos y asequibles, como niños dichosos. Unas reglas tediosas y aburridas que hemos asimilado sin el menor conato de rebeldía, han convertido en locura lo que realmente es el gozo absoluto. Como el policía, que intenta resguardase en su capa gris, y que, aunque igualmente empapado, censura al lunático, que canta y baila bajo la lluvia.

Pero más allá de la archiconocida secuencia, que ensombrece toda la película, Cantando bajo la lluvia es una obra de arte. Una cinta vitalista, alegre, sencilla, mágica, que para los enamorados del séptimo arte nos acerca a los entresijos de esa fábrica de sueños que es el cine. Lejos de romper el misterio al enseñarnos el engranaje de la maquinaria, Cantando bajo la lluvia renueva el encantamiento.

Espero acordarme de la película cuando mis niños comiencen a saltar sobre los espejos líquidos. Si me falta el valor para romper yo mismo con el aburrido convencionalismo que dicta que no se salta en los charcos, que es arriesgado que las gotas de lluvia nos toquen, espero al menos no romper la espontaneidad y frescura de quienes aún no han asimilado tantas reglas aburridas y tristes.
AdolfoOrtega
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