Poltergeist es una película anclada a su tiempo. Tras su visionado, el único poso que nos queda es la reflexión de lo que supondría para los espectadores de la época su estreno allá por los albores de los 80. Supongo que para ellos sería impactante. En una sociedad no tan sobreexpuesta a estímulos visuales como la actual, a una generación con la mente aún virgen de los hoy tan manidos efectos especiales, esta orgía de groseros fenómenos paranormales en que se convierte la película transcurridos su esperanzadora primera parte, a lo mejor le dio miedo...A mí no me despierta ninguna emoción, y eso sea quizá lo peor que se puede decir de una película, especialmente si es de terror.

Poltergeist es sobre todo un ejercicio de desmesura, una progresión desde el detalle sutil...ya están aquiiii..., hasta la máxima expresión de lo inconcebible, tan exagerada y grosera que adquiere tintes surrealistas. Podría haber resultado un ejercicio interesante esta evolución al descontrol más absoluto si hubiera estado acompañado de una mínima actitud racional de los personajes, si se hubieran presentado más humanizados, respondiendo con más lógica a la locura que les rodea. Quizá ese retrato tan frío y absurdo de la familia protagonista, impasible en medio de la vorágine, sea el causante de que en ningún momento entrara en el film. Apenas disfruté de la película, viéndola con la misma perspectiva fría con la que el científico analiza la cantidad de azúcar del helado.

No sé si en su estreno Poltergeist daba miedo, hoy como mucho sólo despierta añoranza de otra época en la que eramos más inocentes.