Se nota el savoir-faire general de los actores, la creación de un buen ambiente en el que se respira el aire de lo desconocido, de lo oculto. La película comienza con buen pie, dejando dudas en la mente del espectador sobre lo que está pasando tras las puertas cerradas. Uno de los puntos a favor es el uso, aunque no original en películas de este tipo, del personaje escéptico, ese que a pesar de lo que captan sus sentidos sigue dudando de lo que ve, el que se agarra firmemente a la lógica pero que al verlo nos induce a hacer justamente lo contrario. El problema reside en que cuando uno comienza a dejarse llevar por la línea argumental y a esperar algo grande de la trama, ésta se vuelve débil y hasta un tanto ridícula, decepcionando a quien se había enganchado al principio con unas explicaciones y desenlace que dejan mucho que desear.