La vi hace algún tiempo y la retina recuerda con nitidez.
Basada en un caso real, relata entre otras, la gigante hipocresía de la sociedad, respecto a lo que no entiende pero sí juzga.
Desoladoras consecuencias e incomprensión para sus sojuzgados protagonistas.
Nuestro héroe es juez de profesión, reputado y valorado.
Padre comprometido y responsable de la crianza y educación de su hija.
Su esposa, de la que está ardientemente enamorado, se dedica a pintar, tienen una hija adolescente.
La mujer entra en profundas depresiones con mucha frecuencia, él no sabe como ayudarla.

Aquí, viene el quid de la historia, ella está honda y febrilmente subyugada por el sadomasoquismo más salvaje.
Un día se lo cuenta y empieza la errante odisea de la pareja.
Ella solamente se siente féliz siendo sadicamente maltratada, vejada, entonces se siente realizada, en éxtasis.
Ocurrió y fue un enorme escándalo que destrozó vidas.

Él accede con muchos interrogantes a estos juegos de sadismo que van subiendo de tono y complejidad.
Nos es narrado con suma naturalidad y sin énfasis edulcorantes ni moralizadores.
Impactantes las interpretaciones de él, Gene Bervoets, creíble e inolvidable, perdurable e imborrable.
De ella, es notable, aunque creo que el peso lo lleva él, tanto a nivel actoral, de credibilidad y sufrimientos varios.
Una historia que no deja indiferente y que te involucra en intentar entender, comprender o al menos no juzgar conductas alejadas de la ortodoxia y necesidades de complejo entendimiento.
El final es devastador y no estoy haciendo ningún spoiler con ello.
Muy aconsejable ver en pareja, creará debate apasionado y un sinfín de ópticas a debatir.
Valiente película.